sábado, 27 de octubre de 2012

Construir el propio proceso de aprendizaje



Tener una adecuada cualificación garantiza el estar mejor posicionado en el mercado laboral. A mejor preparación, mejores perspectivas de empleo. Y más, en tiempos de crisis. Sin embargo, elegir la formación adecuada a mis necesidades profesionales no es sencillo. En este post voy a centrarme en cómo construir el propio proceso de aprendizaje,…el propio…, no el que determinan otros. Hay que distinguir entre la formación que me facilita mi empresa - para garantizar su competitividad - y la que debo procurarme yo mismo - para asegurar mi empleabilidad-. Ambas son esenciales: mediante la primera contribuyo a la continuidad de mi actual empleo, mediante la segunda, dirijo y gestiono mi vida laboral.

Sobre la primera se ha escrito mucho y todos somos conscientes de la importancia de la formación en la empresa. Vivimos en una sociedad marcada por los cambios. Esto conlleva una creciente necesidad de actualizar los conocimientos, tanto para mantener el empleo si estamos ocupados como para buscar un trabajo, si estamos desempleados.

Pero las relaciones laborales están transformándose como consecuencia de cambios sociales, económicos y tecnológicos; y ello está dando paso a nuevos requerimientos y necesidades formativas. Daniel H. Pink en su libro Una Nueva Mente destaca seis aptitudes esenciales de las que dependerá el éxito profesional: diseño, narración, sinfonía, empatía, juego y sentido. Sin entrar en el análisis de estas aptitudes (objeto de otro post) sí remarco la importancia de mantener y potenciar determinadas capacidades que facilitan nuestra adaptación a este nuevo entorno laboral. Y es aquí donde cobra especial interés la construcción del propio proceso de aprendizaje.

¿Para qué? para garantizar la competitividad laboral, la empleabilidad, la profesionalidad, el posicionamiento o la marca personal. Andrés Pérez Ortega, experto en estrategias de posicionamiento personal dice que desarrollar una Marca Personal consiste en identificar y comunicar las características que nos hacen sobresalir, ser relevantes, diferentes y visibles en un entorno homogéneo, competitivo y cambiante.


Este objetivo de progreso profesional -más o menos ambicioso según los deseos individuales- es responsabilidad de cada uno de nosotros pues el principal beneficiario es uno mismo. Tener garantizada esa competitividad nos da poder de decisión en cuanto al desarrollo de la propia carrera laboral. Nos otorga poder para elegir entre distintas opciones de trabajo, pero lo que es más importante nos da la posibilidad de ser nosotros mismos quienes definamos el camino que queremos seguir en nuestra profesión.

La empresa se ocupa de garantizar su supervivencia como empresa, pero yo debo ocuparme de garantizar la mía como profesional. Mi proceso de aprendizaje permanente no solo se nutre con las necesidades que deriven de mi actual puesto de trabajo, sino que debo contemplar también las que exige mi carrera profesional. Lo ideal, que una y otra coincidan. Y ese debe ser nuestro objetivo. Esto es una realidad para muchos. Sin embargo, son también muchos quienes, por el contrario, no consiguen desplegar su potencialidad en su trabajo y buscan caminos distintos que les permitan disfrutar de verdad con lo que les gusta hacer.

¿Cómo puedo hacer para gestionar ese proceso de aprendizaje? ¿Qué cuestiones debo contemplar para valorar mi necesidad de formación?

De entrada, resaltar que es imprescindible el poseer una preparación profesional de base, adquirida a través de la formación o mediante la experiencia laboral. Sin un “oficio” es difícil acceder al empleo. A continuación, y esta es una pieza clave para determinar en qué necesito formarme, debo tener muy claro qué quiero hacer con mi carrera profesional, cuál es mi visión.

En este sentido, puedo elegir entre distintos caminos:

§       Una primera opción sería la de ser quien más sabe sobre algo o quien mejor hace algo. Destacar por el alto nivel de competencia. Hacerse un experto en algo. Para ello hay que dedicar tiempo y esfuerzo a prepararse y practicar. En este caso, la especialización es la clave. Así pues serán las escuelas profesionales, asociaciones, etc. pertenecientes al mismo sector productivo las que me puedan facilitar la formación que preciso.

§      Otra opción es la de generar sinergias profesionales, sumando conocimientos de distintos ámbitos ocupacionales. Es el caso de profesionales de un sector que además son competentes en otro: el periodista especializado en economía, por ej. La opción formativa consiste en buscar el complemento adecuado a nuestra formación de base. Y prepararse.

§     Aportar valor diferencial a lo que hago. Se trata de diferenciarse por algo. Puede hacerse siguiendo la opción anterior, pero también potenciando alguna habilidad en la que destaquemos (capacidad negociadora, idiomas, habilidad para hablar en público, ...) y que nos diferencia del resto de los profesionales del sector. En esta situación, la mejora viene de la mano del perfeccionamiento de dichos puntos fuertes.

Cualquier otra visión será buena porque lo importante es que la elección se corresponda con lo que nos gusta y nos apasiona; en palabras de Roman Krznaric, cofundador de la School of Life en Londres, un trabajo satisfactorio lleva una combinación de tres elementos esenciales, el sentido, el flujo y la libertad. Construir una vida profesional requiere esfuerzo y tesón, así que más vale que nos sintamos bien con lo que hacemos.

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