Concederte un espacio
para ti y retirarte cada cierto tiempo es una de las mejores prácticas para
cuidar tu felicidad. Esta fórmula para alcanzar una vida más satisfactoria es muy
útil con relación a tres objetivos:
- Relajarnos
- Recargarnos de energía
- Encontrarnos con nosotros mismos
Los beneficios de relajarnos son conocidos por todos nosotros, nos llenamos de paz, serenidad y descanso; los de recargar las pilas, resultan vitales, tal cual vivimos hoy en día; los de encontrarnos con nosotros mismos suenan, quizá, un poco más difusos y, a veces, este beneficio no lo experimentamos tan claramente. Es por esto que dedico este post, especialmente, a eso, a las ventajas de “retirarse del mundo” por un ratito, más o menos largo.
Hay ocasiones en que la presión nos empuja a tomar distancia,
¿cuándo suele ocurrir esto? Cuando paso por una situación de crisis o de profundo
cambio. Entonces queda claro que necesito disponer de tiempo para analizar lo
que pasa, pensar qué es lo que quiero y tomar una decisión.
Pero sin embargo, los beneficios de “retirarse” son mayores
y más “rentables” cuando nos tomamos un espacio físico-temporal con frecuencia, cada cierto tiempo, y durante momentos
vitales que no tienen que estar, necesariamente, asociados a una crisis.
¿Por qué? Porque constituye un hábito nutritivo. Las
ventajas son muchas: saber cómo estamos en cada momento, conocernos mejor,
aprender a gestionar nuestras necesidades existenciales, relacionarnos con los
demás desde una posición más asertiva ya que sé lo que quiero, identificar
aquello que me hace feliz y, lógicamente, tener más claro cómo alcanzarlo.
Podría seguir enumerando un montón de buenas razones para buscar este rincón de
tiempo y espacio.
La cuestión de base es sencilla: estar bien conmigo y
tenerme cariño, respeto, estima. Como en
cualquier relación, el roce hace el cariño y la comunicación es la clave para
comprenderse. En la relación con uno mismo, ocurre igual. Así pues, de eso se
trata, de conversar conmigo mismo como quien se comunica con un amigo.
Hay algo especialmente importante que ganamos cuando nos
retiramos: el poner distancia. Poner distancia en el sentido material, al
buscarnos un espacio en el que podamos disfrutar de un poco de soledad; pero,
sobre todo, poner distancia respecto a mí mismo para poder observarme con
cierta perspectiva. Esta es la segunda de las cuestiones para aprovechar, el
inmenso aprendizaje que conlleva el reservarse ese espacio.
¿Cómo puedes crear ese espacio para retirarte durante un
tiempo? Hay muchas formas:
· Tómate unos días y sal del entorno cotidiano.
Elige un lugar sosegado, que te guste, y retírate a disfrutar de esa soledad
escogida. No quiere decir que no hables con nadie, pero sí que dediques buena
parte del tiempo a disfrutar de ti como única compañía.
· ¿No puedes tomarte unos días…? Elige un día a la
semana, una mañana, una tarde completa,
y sal a pasear. Si puedes, ponte en contacto con la naturaleza, con lugares
relajantes; si no, pasea por tu ciudad. Dedica ese espacio de tiempo semanal a
cuidarte.
· ¿Difícil disponer de una jornada? Pues reserva
unas horas a la semana para practicar yoga, taichí, meditación,…. O alguna de
las actividades que invitan a ponernos en relación con nuestro cuerpo,sensaciones o emociones. Quizá también, el trabajar con las manos, la expresión
corporal, etc. Por supuesto, vale un largo paseo; e incluso, basta con que
busques un rincón en tu propia vivienda en el que te puedas “retirar”.
· Por si la organización de la agenda o del
presupuesto se hace complicada, la gota más pequeña: relajarte todos los días
durante unos minutos, practicar una sencilla “mini” meditación que, si la haces
a diario, se convierte en una estupenda pastilla para la felicidad. Te dejo un simpático vídeo que te ayudará a
practicarla.
¿Cuál de las opciones se adapta más a tus gustos, agenda o presupuesto?
Seguro que muchos tenéis ya vuestra fórmula para “retiraros”,
anímate a compartirlo con nosotros y ayúdanos a crear más ideas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario