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miércoles, 14 de octubre de 2015

Deja tu destino en manos de la buena suerte, que decidas crear


Tuve buena suerte”, “Tengo mala suerte”, “La suerte, siempre está de su lado, en cambio yo…”, “A mí no me sonríe la buena suerte, nunca”. Con frecuencia escucho afirmaciones como estas en las sesiones de orientación y en las de coaching. Automáticamente le recomiendo a mis clientes el libro de Alex RoviraLa buena suerte”.

Como es una historia corta, la mayoría vuelven a la siguiente semana con el libro en la mano… y una sonrisa en los labios: ¡Ja ja, lo he pillado!, ¡Totalmente de acuerdo! ¡Ya no volveré a decir aquello de “que mala suerte tengo”!

Otros, en cambio, son más escépticos y toman nota pero dejan una pequeñita puerta para que la suerte pueda seguir campando a su antojo: ¡he tomado nota pero sé que me costará cambiar mi actitud respecto a lo de tener o no, buena suerte!, ¡Intentaré decidir sobre mi suerte pero sé que me va a costar porque no estoy acostumbrado a tener suerte!

Los menos, afortunadamente, se mantienen en su creencia de que la suerte es algo que no depende de nosotros, sino que es fruto del azar o del destino: ¡Vale, pero yo sigo pensando que hay ocasiones en que… la mala suerte le persigue a uno, sin que pueda hacer nada por cambiar la situación!”

La cuestión es simple: ¿cuál es el verbo que debe relacionarnos con el concepto de suerte? La mayoría de nosotros hablamos de “tener o no tener buena suerte”, en cambio esta bonita historia nos habla de “crear o no crear“ las circunstancias para que surja la buena suerte. Esa es la cuestión, la buena suerte no nos abandona, más bien la abandonamos nosotros a ella porque no preparamos un terreno propicio para que pueda crecer en él.

Sé, que de entrada, esta visión de la suerte genera cierto gusanillo, recelo y rechazo. La razón es tan sencilla como que nos convierte en absolutos responsables de lo que nos ocurre en la vida, mala suerte incluida.  

Son muchas las personas que me argumentan que ellos no pudieron influir sobre una enfermedad o sobre un despido, por ejemplo. Y, de entrada, es cierto: no podemos evitar que ocurran cosas desagradables. Sin embargo, si podemos decidir sobre “cómo vivenciamos” eso que nos ha ocurrido, esto es: elegimos cómo interpretar una circunstancia adversa y cómo encauzar las consecuencias que ésta deja en nuestra vida.

Podemos (de hecho, lo hacemos siempre) sopesar y decidir qué actitud voy a tomar. De mí depende el reconducir ese hecho y abordarlo como una oportunidad para …, pongamos por caso, acercarnos más a la persona enferma, disfrutar de más tiempo con ella, reorientar la vida tras un despido, cuidarnos más tras el desgaste de un difícil divorcio, etc.

Esa actitud, la de ser dueño de la “interpretación” de cuántas cosas nos suceden es la que sustenta la afirmación que da título a este post, “Deja tu destino en manos de la buena suerte, que TU decidas crear”. Solo puedes confiar en que tendrás buena suerte, si estás ahí para crear situaciones favorables.

Si pienso que soy capaz de favorecer las buenas oportunidades, si re-enfoco los malos resultados aprendiendo de ellos, si aprovecho la parte positiva de las cosas dejando de obsesionarme con lo que me pone triste o me bloquea, si busco otro camino para poder llegar a mi objetivo (después de encontrarme con una calle sin salida), solo si vivo así la vida, seré dueño de la buena suerte.

Alex Rovira propone un Decálogo de la Buena Suerte. Se trata de 10 reglas que nos ayudarán a entender cómo crear la deseada Buena Suerte:

  1. La Buena Suerte la crea uno mismo, por eso dura siempre.
  2. Muchos son los que quieren tener Buena Suerte, pero pocos los que deciden ir a por ella.
  3. Si ahora no tienes Buena Suerte tal vez sea porque las circunstancias son las de siempre. Para que la Buena Suerte llegue, es conveniente crear nuevas circunstancias.
  4. Preparar circunstancias para la Buena Suerte no significa buscar solo el propio beneficio. Crear circunstancias para que otros también ganen atrae a la Buena Suerte.
  5. Si “dejas para mañana” la preparación de las circunstancias, la Buena Suerte quizá nunca llegue. Crear circunstancias requiere dar un primer paso… ¡Dalo hoy!
  6. Aun bajo las circunstancias aparentemente necesarias, a veces la Buena Suerte no llega. Busca en los pequeños detalles circunstancias aparentemente innecesarias…, pero ¡imprescindibles!
  7. A los que solo creen en el azar, crear circunstancias les resulta absurdo. A los que se dedican a crear circunstancias, el azar no les preocupa
  8. Nadie puede vender suerte. La Buena Suerte no se vende. Desconfía de los vendedores de suerte.
  9. Cuando ya hayas creado todas las circunstancias, ten paciencia, no abandones. Para que la Buena Suerte llegue, confía.
  10. Crear Buena Suerte es preparar las circunstancias a la oportunidad. Pero la oportunidad no es cuestión de suerte o azar: ¡siempre está ahí!

Síntesis
Crear Buena Suerte únicamente consiste en…

¡Crear circunstancias!

http://bit.ly/1hDSur7

Encontrarás más entradas relacionadas con tu capacidad para coger las riendas de tu propia vida (generar oportunidades, incrementar la motivación, el poder de la ilusión...), en la pestaña ¡Toma fuerza, a por ello!


miércoles, 26 de agosto de 2015

Elegir entre “pararse a pensar” o “echar a andar”

http://bit.ly/1DMiPOe
Son muchas las personas que se sienten insatisfechas con lo que hacen, con su modo de vida, con su relación de pareja, etc. De entre todas ellas, son también muchas las que se sienten desorientadas y sin saber qué hacer para resolver esta situación, esto es, como si estuvieran en un callejón sin salida porque no ven por dónde tirar.

Con relación a este tipo de circunstancias, es frecuente leer artículos o post en los que se insiste sobre la importancia de tomarse un tiempo para determinar lo que se desea y a partir de aquí, trazar un plan para conseguirlo. Ya después, actuar. Estoy de acuerdo con ello, pero solo en parte.

Mi experiencia, personal y como coach, me dice que en ocasiones este proceso de reflexión conduce a incrementar la angustia aún más, paralizando o bloqueando a la persona. Las sensaciones pueden ser parecidas a: ¡no sé lo que quiero, me cuesta reconocer qué deseo exactamente y, por mucho que me siente a pensar, sigo sin aclararme! ¡Esto, me agobia!

Frente a la recomendación de “decide primero qué quieres; para luego actuar”, la vida nos muestra como en numerosas circunstancias son los actos concretos (las vivencias, los hechos,…) los que nos devuelven información de gran valor y utilidad para dilucidar qué es lo que realmente queremos. Es decir, es el actuar y no el “pensar” el que me ayuda a identificar mis preferencias, gustos o deseos.

En situaciones de bloqueo, el echar a andar, aún sin tener claro el camino a tomar, es el paso previo a la identificación del objetivo. Esas vivencias nos ayudan a experimentar y a probar si nos gusta o no, lo nuevo en lo que nos metemos. En definitiva, aprovechar las oportunidades de hacer cosas distintas, aunque no tengamos claro si es lo que queremos o no.

Lógicamente, hay que tomar las precauciones básicas necesarias para no cargar con consecuencias no deseadas, siendo prudentes con los “experimentos”. Eso sí, ser cautos no es incompatible con atreverse a probar.

Esa experiencia nos aporta el conocimiento de distintas realidades y nos ayuda a clarificar lo que deseamos. Por ello, lo ideal es encontrar el justo equilibrio entre reflexionar y actuar, entre pararse a pensar y arrancar a hacer. Cada circunstancia y periodo requerirá más de lo uno o de lo otro y, dependiendo de “nuestro momento vital”, será preferible darle prioridad a la reflexión o a la actuación.

http://bit.ly/1IYuXHT




domingo, 19 de julio de 2015

Buscar el cambio, aprovechar la oportunidad





Hace ya muchos veranos que me ocurrió lo siguiente. Volvía como todos los años al lugar en el que había veraneado desde pequeña y en el que conocía a mucha gente. El grupo de amigos/conocidos nos reencontrábamos después de doce meses y ese primer saludo estival siempre empezaba por un "¿Qué tal? ¿Cómo estás? ¿Cómo ha ido el invierno?" Las respuestas eran variadas, según quién y el momento vital, pero la mayoría respondía con algo que contar y compartir. 

Aquel verano la primera sorprendida fui yo. Mi respuesta era sencilla y llanamente vacía: "Bien, todo bien sin ninguna novedad, como siempre" Nada de interés, ni nada reseñable, nada había ocurrido aquel año, nada había cambiado. Incluso a mi misma me llamaba la atención mi respuesta y, por supuesto, esa realidad que yo no había percibido hasta ese instante.

No pasa nada, realmente no pasa nada porque nada cambie y todo siga igual, salvo que -como era mi caso en aquel momento- en tu vida haya bastantes cosas que no te gustan. Este es el tema: tener un montón de sueños, de ilusiones, de deseos y estar parada sin hacer nada por conseguirlos mientras ves como los años van pasando. Detrás de esta actitud..... está el miedo a equivocarnos, el temor a enfrentarnos a lo desconocido; en algunas ocasiones, el dar un paso en una dirección distinta a la esperada.

Aquel verano tome una decisión que no he olvidado hasta el día de hoy. Decidí vivir, luchar por lo que quería, aprovechar las oportunidades y tratar de que cada año algo "entrara" en mi vida, algún aprendizaje se quedara conmigo. Decidí tener algo que contar, no al mundo, sino a mi misma. Y así ha sido.

A veces, ese algo que ha cambiado es imperceptible para los demás. Pero yo sí lo veo y sé que ese paso más, en busca de mis ilusiones, está ahí, aunque solo lo perciba yo. Es más, ahora respondo en muchas ocasiones: "bien, todo bien, sin novedad" por el simple hecho de no entrar en detalles, pero yo se que en el fondo voy alcanzando mis pequeñas metas; y eso, me reconforta.

Y con esta actitud, no pasará nada el día que nada cambie porque las cosas estén bien como están. Es más, será un buen día si es que llega. Y si no llega... a seguir caminado.

He recordado esta experiencia al ver este vídeo. Espero que te guste y que decidas, tu también, salir de la zona de confort y aprovechar a vivir las oportunidades, a luchar por tus pasiones y a contártelo cada noche antes de acostarte.



martes, 26 de mayo de 2015

Crea tu primer punto





Me encanta este cuento, y no solo por cómo maneja el asunto de la autoestima, la motivación y la creatividad sino porque ejemplifica algo que a menudo nos ocurre, el quedarnos parados o bloqueados ante una dificultad. 

¿Te ha pasado alguna vez algo de esto?... querer presentar una idea y no tener ninguna, abordar por decimoctava vez un problema sin saber por dónde tirar, sentarte delante de un papel sin que venga una palabra a la cabeza, sentirte parado ante una encrucijada de caminos sin que encuentres el menor indicio de por dónde tirar, enfrentarte con hastío y aburrimiento al mismo trabajo de siempre sin ver una luz ni una salida … podría seguir poniendo ejemplos. En definitiva, lo que se plantea es el tener que decidir o hacer algo para resolver una situación y no lograr dar ningún paso, bueno sí: el de mirar el problema y solo mirarlo, hasta obsesionarnos.

¿Las razones de por qué actuamos así? … pueden ser muchas: miedo, inseguridad, desmotivación, etc. Partiendo de que cada caso es individual, sus consecuencias son que la persona se siente bloqueada y sin capacidad de acción.

Es una situación bien parecida a lo que le pasa al niño del cuento. No se le ocurre qué dibujar y se enfrenta a un papel vacío para, únicamente, conseguir enojarse. Nuestro protagonista tuvo suerte, ya que hubo alguien a su lado que supo mostrarle el camino para romper su bloqueo: hacer algo, dar un primer paso y construir con ese paso, algo importante por pequeño que sea.

El cuento representa una realidad que podemos aplicar a nuestra vida. En mi experiencia como orientadora de personas que están en desempleo, trabajo con frecuencia situaciones personales análogas a la de esta historia: desempleados que hace tiempo se quedaron “parados” ante su búsqueda de empleo. Empezaron con fuerza y entusiasmo pero después de un tiempo de no conseguir buenos resultados, entraron en un periodo de desencanto que conduce a no saber que más hacer. Lo mismo puede ocurrir cuando buscamos una reorientación de nuestra carrera profesional,  o pasamos por una situación de crisis o un deseo de cambio: nos perpetuamos en ese trabajo que no queremos, viendo cómo pasa el tiempo y nada cambia.

Las opciones para salir de esta “parálisis” son diversas pero, sin duda, la cuestión clave es la de “echar a andar”, hacerlo con cualquier acción por pequeña y/o sencilla que sea.

Crea un punto, por modesto que resulte, esto es: haz algo, lo que sea, algo que te ponga en movimiento y que te lleve a un segundo paso. Una llamada de teléfono, asistir a una charla, quedar con alguien, apuntarte a… cualquier cosa que te saque de la cuneta y te ponga de nuevo en el camino.

Haz ese esfuerzo aunque en este momento te resulte difícil. Te merecerá la pena. Y no juzgues si es poco o mucho, grande o pequeño, importante o banal, ¡es tu punto! ese que te va a llevar a hacer más puntos en diferentes colores y tamaños. Y el que, después de un periodo de tiempo y esfuerzo “haciendo puntos”, te abrirá las puertas a tu propio reconocimiento y al de los demás.

Coge el lápiz y no lo pienses mucho, crea tu primer punto, el primero de una serie de puntos. En ti está la decisión de hacer los cambios que mejoren tu vida.



lunes, 18 de mayo de 2015

LA DECLARACIÓN DE AUTOESTIMA DE VIRGINIA SATIR



Virginia satir

Yo soy yo.

En el mundo entero no hay nadie que sea exactamente como yo.

Hay personas que tienen cosas que se me parecen, pero nadie llega a ser exactamente como yo. Por lo tanto, todo lo que sale de mí es auténticamente mío porque solo yo lo elegí.

Soy dueña de todo lo que me constituye: mi cuerpo y todo lo que mi cuerpo hace, mi mente y con ella todos mis pensamientos e ideas, mis ojos y también las imágenes de todo lo que ellos ven, mis sentimientos, sean los que fueren (enfado, júbilo, frustración, amor, desilusión, entusiasmo); mi boca y todas las palabras que de ella salen (corteses, dulces o ásperas, correctas o incorrectas), mi voz, áspera o suave, y todas mis acciones, ya se dirijan a otros o a mí misma.

Soy dueña de mis propias fantasías, de mis sueños, mis esperanzas y mis miedos. Son míos todos mis triunfos y mis éxitos, mis fallos y mis errores.

Como soy dueña de todo lo que hay en mí, puedo relacionarme íntimamente conmigo misma. Al hacerlo, puedo amarme y ser amiga de todo lo que hay en mí. Entonces puedo trabajar toda yo, sin reserva, para mi mejor interés.

Sé que en mí hay aspectos que no entiendo, y otros que no conozco, pero mientras me acepte y me quiera puedo, con ánimo valiente y esperanzado, buscar las soluciones a los enigmas y las maneras de saber más cosas de mí misma.

Todo lo que miro y digo, cualquier cosa que exprese y haga, y todo aquello que piense y sienta en un momento dado, soy yo. Todo esto es auténtico y representa dónde estoy en ese momento del tiempo.

Cuando más adelante evoque qué aspecto tenía y cómo hablaba, lo que decía y lo que hacía, cómo pensaba y sentía, algunas partes pueden parecerme fuera de lugar. Puedo descartar lo que no me viene bien y conservar lo que me parezca adecuado, e inventarme algo nuevo que reemplace a lo que haya descartado.

Puedo ver, oír, sentir, decir y hacer. Tengo los recursos para sobrevivir, para estar próxima a los demás, para ser productiva, para encontrar sentido y orden en el mundo de las personas y las cosas que existen fuera de mí.

Soy mi propia dueña, y por lo tanto puedo hacerme a mí misma.

Soy yo, y estoy bien tal como soy.



Virginia Satir (1916-1988) fue una terapeuta norteamericana, especializada en la intervención familiar sistémica. Su trabajo se ha basado en la importancia de la comunicación y el auto-conocimiento, siendo la autoestima el fin a buscar. Entre sus principios, resalta su confianza en la persona como agente de cambio, es decir, su convicción de que todos estamos capacitados para crecer y para abordar las transformaciones necesarias que la vida nos demanda.


miércoles, 29 de abril de 2015

Él era yo




Hoy traigo una sencilla historia, cargada de mensaje. Es un cuento de Peter H. Reynolds que nos habla de ese niño que llevamos dentro. Nos recuerda cómo se siente y qué desea. Nos invita a reflexionar sobre cómo le tratamos, cómo le atendemos; en definitiva, sobre qué relación tenemos con nuestro niño interior, el yo más auténtico y genuino.


martes, 21 de abril de 2015

Dónde pongo la atención


http://bit.ly/1yK4vDl


Dos lobos

Un viejo indio estaba hablando con su nieto y le decía: “Me siento como si tuviera dos lobos peleando en mi corazón. Uno de los dos es un lobo gris, enojado, violento y vengador. El otro es un lobo blanco lleno de amor y compasión.”

Y el nieto preguntó: “Abuelo, dime: ¿Cuál de los dos lobos ganará la pelea en tu corazón?”

A lo que el abuelo contestó: “Aquel que yo alimente.” 

Hoy te traigo dos historias que ponen el acento en cómo creamos la realidad que nos rodea, en el poder generador de la atención, en nuestra capacidad para alimentar ciertos sentimientos cuando hacemos foco sobre ellos.

A veces, esos sentimientos son positivos, pero otras muchas no lo son tantos, esclavizándonos y condenándonos a vivir bajo la tristeza, la envidia, la culpa, etc. ¿Qué pasa cuando decido qué sentimiento alimentar? ¿Qué cambia en mi vida si tomo conciencia de que yo tengo ese poder, esa capacidad? 



Una historieta popular del Cercano Oriente cuenta que un joven llegó al borde de un oasis contiguo a un pueblo y acercándose a un anciano le preguntó:


   ¿Qué clase de personas viven en este lugar?
   ¿Qué clase de personas vive en el lugar de donde tú vienes?, preguntó a su vez el anciano.
   Oh, un grupo de egoístas y malvados, replicó el joven, estoy encantado de haberme ido de allí.

A lo cual el anciano contestó: Lo mismo vas a encontrar aquí.

Ese mismo día otro joven se acercó a beber agua al oasis y viendo al anciano, preguntó: ¿Qué clase de personas vive en este lugar?

El viejo respondió con la misma pregunta:

   ¿Qué clase de personas vive en el lugar de donde tú vienes?
   Un magnífico grupo de personas, honestas, amigables, hospitalarias, me duele mucho haberlos dejado.
   Lo mismo encontrarás aquí, respondió el anciano.

Un hombre que había oído ambas conversaciones preguntó al viejo: ¿Cómo es posible dar dos respuestas diferentes a la misma pregunta?

A lo cual el viejo respondió: Cada cual lleva en su corazón el medio ambiente donde vive. Aquel que no encontró nada nuevo en los lugares donde estuvo no podrá encontrar otra cosa aquí. Aquel que encontró amigos allá, podrá encontrar también amigos aquí, porque, a decir verdad, tu actitud mental es lo único en tu vida sobre lo cual puedes mantener control absoluto.

Siempre que tengas una actitud positiva hallarás la verdadera riqueza de la vida. Si miras dentro de ti sabrás que posees una gran fortaleza para entregar y para descubrir todas las cosas buenas en los demás. ¡Qué siempre encuentres un oasis de paz!


sábado, 28 de febrero de 2015

Presencia


Cuando entras en algún lugar, ¿sientes que los demás son conscientes de tu presencia, notan que has llegado? o, por el contrario, ¿tienes la impresión de pasar desapercibido? A mí me han ocurrido las dos situaciones: la de experimentar una sensación especial, una energía que parecía como si yo reluciera y, además, notaba cómo los demás reaccionaban a mi paso; y la de pasar “sin pena ni gloria”, sintiéndome transparente, vacía y como si no existiera. ¿De qué depende que ocurra una u otra cosa? ¿Qué influye en esas distintas reacciones? 

Estamos hablando de la “presencia”, de tener o no “presencia”.

¿Tener presencia es “llamar la atención”? 

sábado, 14 de febrero de 2015

Las cosas no siempre son como piensas


Esta es una historia sobre nuestra manera de pensar, sobre cómo nos enfrentamos a la vida, sobre nuestra confianza en el mundo, en las personas, en el futuro,…

Una muchacha estaba aguardando su vuelo en una sala de espera de un gran aeropuerto. Como debía esperar por muchas horas, decidió comprar un libro para matar el tiempo. También compró un paquete de galletas. Se sentó en un asiento en la sala VIP del aeropuerto para poder descansar y leer en paz. Al lado del asiento donde estaba la bolsa de galletas se sentó un hombre que abrió una revista y comenzó a leer. 

Cuando ella tomó la primera galleta, el hombre también tomó una. Ella se sintió indignada, pero no dijo nada. Apenas pensó: "pero, que descarado, si yo estuviese más dispuesta le daría un golpe en el ojo para que nunca más se le olvide". Cada vez que ella tomaba una galleta, el hombre también tomaba una. Aquello la dejaba tan indignada que no conseguía reaccionar. 

Cuando quedaba apenas una galleta, pensó: "ah... ¿qué será lo que este abusador va a hacer ahora?". Entonces el hombre dividió la última galleta por la mitad, dejando la otra mitad para ella. ¡Ah, aquello era demasiado! se puso a bufar de la rabia. Entonces cerró su libro y sus cosas y se dirigió al sitio de embarque. Cuando se sentó, confortablemente, en su asiento, ya en el interior del avión, miró dentro de la bolsa y para su sorpresa ¡su paquete de galletas estaba allí... todavía intacto, cerradito! Sintió tanta vergüenza. Solo entonces percibió lo equivocada que estaba, ¡había olvidado que sus galletas estaban guardadas dentro de su bolsa! 

El hombre había compartido sus galletas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado, mientras ella quedó muy trastornada, pensando que estaba compartiendo las de ella con él. Y ya no había más tiempo para explicaciones... ni para pedir disculpas.

A veces, me pregunto, ¿por qué ante determinadas situaciones, tendemos a decantarnos por el peor de los supuestos? Es posible que el refrán “piensa mal y acertarás” haya penetrado demasiado en nuestra mente y haya colonizado nuestros pensamientos más espontáneos. 

También, puede ocurrir que nos apresuremos demasiado al sacar conclusiones, haciéndolo sin pararnos a reflexionar un minuto, sin considerar que detrás de un comportamiento puede haber muchas razones y detrás de una historia, muchas explicaciones.

El por qué actuamos con desconfianza, recelo, aprensión puede deberse a razones diversas, dejémoslo ahí. La cuestión que me interesa resaltar es la diferencia entre la respuesta de la muchacha y la del hombre, ante la misma tesitura. No sabemos lo que pasaba por la cabeza del hombre al ver como la chica se comía sus galletas pero, sin duda, encontró que nada perdía compartiendo su tentempié con ella. Y, quien sabe, probablemente, se alegró de poder hacerlo, de poder transmitir una actitud de vida diferente, de invitar a la chica a una reflexión de vida.

¿Qué creéis que ocurrirá si se vuelve a repetir la historia? 
¿Cómo construir la historia de las galletas de otra manera?

jueves, 4 de septiembre de 2014

Aprovecha ahora para cambiar de actitud

http://bit.ly/1w2xaO7

Aprovecha que tras las vacaciones estás descansado para tomar una decisión laboral: ¿quieres sentirte motivado por tu trabajo y satisfecho con lo que haces? Si la respuesta es sí, aquí te dejo algunas pistas.

Llega el mes de septiembre y con él, “la vuelta al cole”. Toca volver al trabajo y, para algunos, enfrentarse de nuevo a un empleo por el que no sienten ningún tipo de motivación. En determinados casos, no solo es el puesto de trabajo en sí, sino la empresa y el ambiente que allí se respira, el que nos genera una tremenda “pereza” y nos empuja a comentarios como: ¡horror! Otra vez aquí.

viernes, 27 de junio de 2014

¿Qué pequeñas cosas te hacen feliz?

http://bit.ly/1jC38zh

El consultor David Criado publicaba en su blog una entrada sobre 22 COSAS QUE LAS PERSONAS FELICES HACEN DE FORMA DIFERENTE. Observarás que algunas de esas 22 cuestiones se asocian rápidamente con la felicidad, como el “Elegir buenos amigos”, pero otras no tanto y, sin embargo, son importantes para alcanzar ese estado de bienestar que llamamos felicidad.

Despertar cada mañana a la misma hora,
comer bien
o hacer ejercicio,
son algunos de los consejos de aplicación en nuestro día a día;

Dejarte absorber por el presente
o practicar la meditación;
esto nos llevará al aquí y al ahora, para poder ser felices;

Tomarte tiempo para escuchar,
hablar bien de los demás
y cultivar las relaciones sociales
son tres de las propuestas relacionadas con nuestra “vida con otros”;

Visualizar los problemas como si fueran retos,
aceptar lo que no se puede cambiar
o no preocuparse por las pequeñas cosas,
estas prácticas dicen mucho sobre cómo uno afronta los momentos difíciles.

No buscar la aprobación de los demás
y evitar la comparación social.
Estos dos consejos orientan hacia una vida feliz como integrante de una comunidad;

Por último, coger el control de la propia vida y llevar las riendas,
algo que tiene mucho que ver con decidir "querer" ser feliz.

¿Verdad que son sencillas? A primera vista lo parecen, pero si te paras a pensar cuántas de estos pequeños hábitos forman parte de tu vida, repararás en algo: quizá todavía puedes hacer más cosas y aumentar tus recursos para conseguir ser un poco más feliz.

Hay algunos consejos más para vivir de forma diferente. Te dejo un enlace al post por si quieres leerlos.

http://www.vorpalina.com/2013/03/27/ser-feliz-como-y-por-que/

viernes, 23 de mayo de 2014

Las afirmaciones de Mafalda


Releyendo algunas de las viñetas de Quino, el “papá” de Mafalda galardonado este año con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, no puedo por menos que reconocer la agudeza de este argentino para abordar situaciones, sensaciones, emociones y pensamientos de una manera cómica, al tiempo que respetuosa y cariñosa.

Preguntas poderosas


Algunas de sus frases son tan poderosas y tienen tanta fuerza como para remover del sitio a quien las lee. Así, por ejemplo, la inocente pregunta: “Mamá, ¿qué te gustaría ser si vivieras?” nos la podríamos hacer, o haber hecho, muchos de nosotros en algunos momentos de nuestra vida, y no precisamente cuestionando nuestro rol de madres, sino cantidad de situaciones en las que la vida se nos escapaba mientras estamos ocupados en “malvivir”. 


martes, 8 de abril de 2014

¿Has calculado cuánto pesan tus preocupaciones?

http://bit.ly/1jr5zRt

Para responder a esa pregunta, te contaré una pequeña historia.

Un psicólogo, en una sesión grupal, levantó un vaso de agua. Todo el mundo esperaba la típica pregunta ¿está medio lleno o medio vacío? Sin embargo, preguntó: ¿cuánto pesa este vaso? Las respuestas variaron entre 200 y 250 gramos. El psicólogo respondió: “El peso absoluto no importa, depende de cuánto tiempo lo sostengo. Si lo sostengo 1 minuto, no es problema; si lo sostengo una hora, me dolerá el brazo; si lo sostengo 1 día, mi brazo se entumecerá y paralizará. El peso del vaso no cambia, pero cuanto más tiempo lo sujeto, más pesado y más difícil de soportar se vuelve“. Continuó: “Las preocupaciones son como el vaso de agua. Si piensas en ellas un rato, no pasa nada; si piensas un poco más empiezan a doler y si piensas en ellas todo el día, acabas sintiéndote paralizado, incapaz de hacer nada”. Acuérdate de soltar el vaso. (Historia tomada de http://bit.ly/1h1LnH8)


Las preocupaciones ocupan demasiado espacio en nuestra mente. Y donde ponemos nuestro foco de atención ponemos nuestra energía. Es así como la vida se acaba vistiendo de una vitalidad apagada en el que reina “ese no sé qué, qué se yo, déjame en paz” que nos lleva a enfrentarnos a las cosas con cierta apatía y poco ánimo. Las preocupaciones cansan, pesan y absorben energía. ¿Por qué se quedan ahí de forma permanente?
  • En algunas ocasiones, porque el miedo nos lleva a evitar enfrentarnos a una situación para resolverla.
  • En otras, es la falta de capacidad (no podemos porque no estamos preparados), la que nos paraliza y hace sentirnos impotentes ante el problema.
  • En muchas otras, sin embargo, se quedan ahí porque la realidad es que no podemos hacer nada con ellas. No dependen de nosotros. No nos perteneces y debemos tomar conciencia de ello, soltándolas o devolviéndoselas a sus propietarios.
  • Y hay un buen montón de ellas que, simplemente, las creamos nosotros mismos. Me encanta esta frase de Marc Twain:  “He sufrido muchas desgracias … que nunca llegaron  a  ocurrir”


Para todas estas circunstancias, la solución pasa por RECONOCER la existencia de esa preocupación y la razón por la que lleva tiempo ocupando nuestros pensamientos. Una vez hemos tomado conciencia de ella, es necesario sentir un auténtico deseo de QUERER SOLTARLA y de VIVIR DE OTRA MANERA. Y por último, queda ACTUAR, en cada caso, atendiendo a la causa que está “enquistando” esa preocupación.

Hay ocasiones en que este proceso es fácil; otras, por el contrario, se resolverían mejor con la ayuda de un experto que nos acompañe, que nos haga de “linterna” para ver con claridad por dónde seguir. No dudes en solicitar sus servicios, pues no compensa vivir con dolor por sujetar los vasos de la preocupación.  

Otros post relacionados:



martes, 4 de marzo de 2014

¿Tienes 30 minutos?



30 minutos, es el tiempo que necesitas para dedicarle al post de hoy.

2 minutos para leer la introducción a un bonito corto,

23 minutos, para disfrutar con tranquilidad de esta preciosa historia,

y los últimos 5 minutos, para pensar y reflexionar sobre … lo que te sugiera.

Quizá esto último te lleve algo más de tiempo …  Depende de cada uno.

Disfrútalo


Seguro que hay días que te levantas con ganas de tirar la toalla, con la sensación de que no puedes más, con la queja y la apatía como tarjetas de presentación. Hay, también, momentos en la vida, en los que parece que nada sale bien y que todo se hunde. Son periodos difíciles que, sin embargo, pueden convertirse en “mariposas”. Muchas veces, aunque no seamos conscientes de ello, estamos cerrando una etapa de la vida, para abrirnos a una nueva fase, a un nuevo ciclo que llega con nuevas oportunidades. El que seamos capaces de aprovechar ese momento, para retar al miedo, llenarnos de fuerzas y energía y renovar nuestro sentido de vida, depende de nosotros, de cada uno de nosotros.

Te invito a ver este vídeo que encontré en la red y que me gustaría compartir contigo. ¿Podrías formar parte del Circo de las Mariposas?




sábado, 23 de noviembre de 2013

Manifiesto Holstee



Sal ahí y empieza a crear

Hace unos años, tres amigos - Dave, Mike y Fabián - deciden sentarse en las escaleras de Union Square, a reflexionar sobre su futuro; en concreto, sobre cómo querían afrontar la nueva etapa que tenían ante sí. Acababan de dejar sus empleos. Lanzaban Holstee, una empresa textil sostenible. Y deseaban construir una compañía que transmitiera al mundo, día a día, su pasión por vivir. Sus deseos se plasmaron en unas pocas ideas: el Manifiesto Holstee, en el que publicaron lo que buscaban en la vida.

"Era un recordatorio de por qué estábamos vivos".

¿Qué tal si creas de tu propio manifiesto?