domingo, 28 de febrero de 2016

La insoportable comodidad de la zona de confort

http://bit.ly/1QPKOmk


El otro día hablaba con una de mis coachees y hacíamos balance de su proceso de crecimiento personal y profesional desde que, hace un tiempo, arrancó con su primera sesión de coaching. Recordábamos aquel momento en que decidió que no quería seguir viviendo conforme lo estaba haciendo. Sabía que necesitaba un cambio. Y por eso empezamos a trabajar juntas.

“Fue cuando tomé la decisión de abandonar la zona de confort. No podía seguir más tiempo allí, me estaba ahogando”, me dijo. La frase fue muy elocuente. Ponía de manifiesto una gran contradicción: ¿zona de confort o zona de dis-confort?

¿Paradójico verdad? Estaba en la zona de confort (supuestamente cómoda) y sin embargo, se ahogaba. ¡Qué ironía! Mi clienta analizaba, con cierto tono de humor, esta discordancia: “¡lo incómoda que me resulta a mí a veces la llamada zona de confort!”

Y es que, efectivamente, uno suele descubrir que existe la zona de confort cuando está incomodísimo en ella. Esto es, cuando siente que algo no va, cuando siente ese “no sé qué, qué sé yo…” que nos hace no estar bien y no saber cómo remediarlo. Algo, dentro de uno, está pidiendo a gritos otra cosa, un cambio. Y, no es raro que uno no sepa por dónde empezar.

Empecemos por el principio


Mientras todo marcha razonablemente bien, pocos se acuerdan de la zona de confort, aunque vivamos en ella. En tanto, el día a día no genera contradicciones vitales, las cosas van funcionando y no surgen mayores cuestionamientos. Incluso estando en mitad del atasco habitual de todas las mañanas, como ilustra el video de “Atrévete a soñar”, podemos estar adaptados y no percibir mayor incomodidad.

¿Qué puede ocurrir? Que ya no soy feliz en este sitio, con este trabajo, con esta pareja, con este plan de vida, con ese atasco… (podemos añadir y concretar cantidad de situaciones ¿verdad?). Aquello que antes me hacía disfrutar o al menos no me disgustaba, ahora se torna aburrido, cansino, poco motivador; en definitiva, no nos gusta.

Esta etapa suele ir acompañada de cierta “negación de la realidad”: no quiero aceptar que algo se ha “descontrolado” porque eso significa que necesito un cambio y los cambios suelen generar miedo. Vivo en la queja pero evito ponerme “manos a la obra”.

Aquí es cuando, en muchas ocasiones, alguien me dice de manera más o menos directa que me toca abandonar la “zona de confort”. Entonces, tomamos conciencia de que existe un estado de vida llamado así y en el que se supone que estoy confortable. Pero es curioso, yo no me siento satisfecho. Sin embargo, me resisto a salir de ahí como si realmente fuera feliz. No hay que alarmarse por esta contradicción, es la evolución normal de un proceso de cambio.

No es extraño que siga prefiriendo la insoportable comodidad de la zona de confort a la aventura de la renovación. Afortunadamente, nuestro deseo de mejora y de sentirnos a gusto nos impulsará y saldremos hacia la siguiente etapa, camino de una solución.

Las cuatro habitaciones


Para entender mejor este proceso, te describo brevemente la teoría de las cuatro habitaciones del cambio, desarrollada por Claes F. Janssen. Este psicólogo ilustra el proceso de cambio como algo similar a una casa que contiene cuatro habitaciones con características muy distintas.

Las dos primeras salas hacen referencia a lo que hemos estado hablando hasta ahora. Verás que se trata de dos momentos distintos: el del confort y el de la negación.

  • La primera habitación es la sala de confort en la que yo me siento bien y donde tengo mi vida, digamos que “bajo control”. Mi adaptación es buena, vivo relajado y en un buen estado de bienestar. No necesito otra cosa.
  • La segunda habitación es la sala de la negación. Sigo cómodo pero no tanto como antes. Siento que debo hacer algún cambio, pero me resisto porque aun, a pesar de que hay cierta ansiedad, sigo estando relativamente bien. Eso sí, cada vez menos. El miedo a la incertidumbre me frena frente a la decisión de cambio.

La casa posee otras dos habitaciones más; en ambas, las ventanas ya se han abierto al cambio. Hay personas que nunca llegan a entrar en estas dos habitaciones. No se atreven a dar ese paso en ningún momento de su vida. Otras, se quedan largo tiempo atascados en la tercera, sin saber hacia dónde tirar.

  • La ansiedad que nos empuja a cambiar nos lleva a la tercera habitación, la de la confusión, la incertidumbre y la desorientación.  Aquí tenemos ya claro que merece la pena lanzarse al cambio y también, sabemos lo que queremos (un cambio de estilo de vida, una reinvención profesional …) pero no sabemos cómo hacer para conseguirlo. Concretar esa necesidad, traducirla en cuestiones “tangibles” requiere en ocasiones un importante trabajo de reflexión sobre uno mismo. Esa sensación produce cierto vértigo, que bien gestionado puede convertirse en energía muy creativa hacia el cambio.
  • Por fin entramos en la cuarta sala, la de la renovación. En esta sala se hace realidad el cambio, empiezan a implementarse las soluciones. Sé lo que tengo que hacer y me pongo a ello. Desaparecen las dudas, hay ilusión y fuerte motivación.

Todas las habitaciones son igual de importantes, cada una tiene su propia peculiaridad, si bien para mí, son especialmente delicadas la segunda y la tercera. ¿Por qué? porque en el caso de la sala de la negación, hay un interesante trabajo personal al enfrentarnos a la realidad para aceptarla; y en el caso de la tercera habitación, la de la confusión, porque salir de ella conlleva un importante proceso de autoconocimiento.

Piensa por un momento: ¿En qué habitación te encuentras actualmente? ¿Están en distintas salas las diferentes facetas de tu vida (trabajo, familia, ocio, etc.)? ¿Te es fácil pasar de una habitación a otra cuando necesitas afrontar un cambio?


Transitar por esta casa es vivir, el cambio va asociado a la vida. No siempre es fácil afrontar estos retos y es ahí donde una mínima ayuda por parte de un profesional puede ser tremendamente útil para salir de una habitación y pasar a la siguiente. No dudes en buscarla si ves que llevas demasiado tiempo intentando pasar de una sala a otra, y no lo consigues.


domingo, 31 de enero de 2016

Construye tu propia constelación de oportunidades

http://bit.ly/1P5RXsk

En muchas ocasiones se repite la misma historia: resulta difícil dar con “ese ´maravilloso´ proyecto, que va a acaparar toda nuestra atención, al que vamos a dedicarnos con pasión y gusto, y que nos va inundar de felicidad, al fluir con aquello que tanto nos llena y realiza. ¡Ah! Y además, nos va a hacer ricos”.

Suena un poco irónico ¿verdad? Pues sí, lo es. Ese sueño es, las más de las veces, eso: solo un sueño, porque la realidad se muestra mucho más dura.

Con frecuencia cuando llevamos tiempo deseando un cambio de trabajo o de actividad, cuando buscamos una reorientación o reinvención, la solución no se presenta fácilmente. De hecho, no somos capaces de responder a la sencilla pregunta de ¿qué es lo que me gustaría hacer? Pensamos y pensamos, y todo parece tener ese “algo” que hace que la idea no sea la adecuada. Esta incertidumbre se convierte, además, en una barrera que nos aleja cada vez más del objetivo de encontrar ese hobby, trabajo, ocupación…  La angustia por no tener nada claro se va traduciendo en bloqueo; y, en esta situación, no somos capaces de promover cambio alguno.

Nuestra atención está centrada en encontrar “la solución definitiva” pues sabemos que esos cambios no son sencillos. Y ese enfoque casi obsesivo en dar con nuestra nueva “vocación” nos impide ver con claridad, tomar distancia para observar nuestras circunstancias con mayor amplitud y abordar el problema desde diversas perspectivas.

En resumen, entramos en el bucle de pensar y repensar sobre una, dos, tres, cuatro opciones o más, para no llegar a ninguna satisfactoria o válida. Y seguir pensando,…

¿Te suena? ¿Te has encontrado alguna vez en esta situación? ¿Y mientras tanto…?

Mientras, estamos parados, sin hacer nada más que analizar desde un plano teórico cada una de las posibles “calles sin salida”. Sí, solo intervenimos desde un punto de vista teórico porque no avanzamos nada o prácticamente nada en el desarrollo práctico de la idea. Y este esfuerzo inútil nos arrastra aún más hacia el bucle.

¿Qué hacer para salir de ese ciclo? Lanzarse a probar, arrancar con alguno de los proyectos, ponerse a ello, en una palabra: experimentar esa idea, aún a pesar de no convencernos del todo.

Y experimentarla hasta el punto en el que se haga necesario tomar decisiones de cierto calado (sobre todo, si precisan de inversión, comprometen en el proyecto a otros o requieren de recursos especiales, por ejemplo). Y es que antes de llegar a esa fase de implantación, la mayoría de las ideas que nos pasan por la cabeza pueden empezar a traducirse en pequeños pasos. Unos primeros contactos con esa tarea, profesión, ocupación, deporte o hobby que nos van a ayudar a ver con mucha más claridad si eso es lo que queremos y si eso es lo que necesitamos.

Para lanzarnos a ellos hay que “darse permiso”, en primer lugar, es decir, autorizarse a uno mismo para poder “perder” algo de nuestro tiempo en “probar” aunque no tengamos garantías de éxito. Se trata de eliminar la creencia de que “tenemos que dedicar nuestros esfuerzos/tiempo solo a aquello que estemos seguros de que tendrán salida o nos gustarán”. No pasa nada por tener que echar marcha atrás o interrumpir ese proyecto si vemos que no va con nosotros o con nuestro objetivo. Démonos permiso a abandonar una idea para comenzar con otra.

En segundo lugar, se precisa una buena combinación de esfuerzo, valentía y perseverancia. Comenzar con algo (buscar contactos, desarrollar una idea, profundizar en un tema, comenzar a formarse en una nueva ocupación, …) no es fácil y, en ocasiones, tampoco barato. Introducirse en un contexto social, laboral, formativo en el que no participamos habitualmente, requiere de cierta valentía. Volver a intentar algo de nuevo invita a renunciar a ello o a abandonar. Sí, todo esto es cierto, pero no queda otra, hay que lanzarse. Lo bueno es que, cada vez que se da un paso, el siguiente cuesta mucho menos.

En tercer lugar, tomarse cierto tiempo para ir valorando nuestros progresos, nuestra situación frente a los avances del proyecto y para evaluar la necesidad y disponibilidad de recursos. Aquí es donde puede llegar un momento (de hecho, es lo normal) en que la involucración, compromiso y envergadura del proyecto requieran de decisiones de mayor trascendencia para poder seguir adelante. Es también en estas fases de valoración cuando se puede llegar a la “sana conclusión” de que aquello no es para nosotros. Y no pasa nada. Bueno sí, sí que pasa: que la experiencia nos ha dejado aprendizajes importantes que se quedan como estrellas iluminando la búsqueda.

Y aquí es donde quiero llegar en alusión al título de este post. Nadie ha hablado de un proceso rápido y sencillo, y sin embargo, el tiempo viene a jugar a nuestro favor pues cada “prueba” va iluminando más la toma de decisiones. Así, un día descubres que varios de los mini-proyectos que en su día arrancaste y abandonaste (por razones diversas) empiezan ahora a darse la mano, configurando una pequeña constelación con sentido propio. Y que aquello que, en su momento, pareció una aventura más sin mayores réditos, te sirve ahora para lanzar tu nueva idea e incluso, para retomarla de nuevo desde otra perspectiva.

En definitiva, que los pequeños experimentos que parecen ya olvidados se han quedado acomodados esperando su momento para conectar, a modo de redes neuronales, y crear la red de apoyo experiencial para otra idea, aventura, vocación, dedicación, o nuevo proyecto.

Cuando esto empieza a ocurrir, toma sentido el tiempo dedicado a experimentar con nuestros sueños, tratando de hacer de ellos una realidad. Nunca es tiempo perdido. Cada intento de poner en marcha…, de buscar salida por…, de reorientarte hacia…, ha dejado pequeñas decisiones que están ayudando a delimitar el camino de búsqueda.

Y no me meto con la fuerza creativa que generan esas aventuras porque daría para otro post, pero sin duda, de una idea sale, al menos, otra nueva idea.

Así que te aconsejo que venzas ese miedo inicial, esa inercia, ese no saber qué hacer, para lanzarte a experimentar, a poner en práctica y a probar. Y si ya estás en ello, te animo a seguir intentándolo. Con todo ello estarás dando forma a tu propia constelación de oportunidades.

domingo, 10 de enero de 2016

Descubre la clave de la felicidad



http://bit.ly/1OW0mnw

¿Qué tal si empezamos el año hablando de la felicidad ? Es más, ¿si lo hacemos descubriendo la clave para tener una vida feliz y saludable? Suena al clásico deseo de comienzo de año ¿verdad? Pero no es así en este caso, porque te voy a hablar de lo que han descubierto en la Universidad de Harvard después de 75 años de investigación sobre: qué cuestiones de nuestra vida diaria son determinantes para conseguir el bienestar y la ansiada felicidad. 

Los resultados te sorprenderán.

martes, 22 de diciembre de 2015

Feliz Navidad


“Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante.”- Paulo Coelho

http://bit.ly/1QVSYHj
Te deseo unas felices fiestas y un año 2016 lleno de esos pequeños sueños, que convierten tu día a día en una historia de vida cargada de ilusiones.

martes, 15 de diciembre de 2015

"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante"

http://bit.ly/1OjFXm0



La cita que da título a este post pertenece al dramaturgo y novelista Oscar Wilde (1854 - 1900) y resume lo que sentimos cuando un acontecimiento vital nos hace cambiar nuestra manera de entender la vida. Se trata de un instante en el que ocurre algo que nos sucede y remueve. Normalmente, a partir de este hecho, las cosas se ven con otros ojos.

Ese punto de inflexión puede ser un suceso repentino, positivo o negativo. Pero, también se puede llegar a ese momento tras largos procesos de erosión, en los que la persona se va hundiendo poco a poco sin ser muy consciente de ello; entonces, ocurre que un buen día pasa algo, un acontecimiento a menudo pequeño y no muy trascendente, que desencadena consecuencias importantes en nuestra vida. A modo de "gota que colma el vaso", ésta provoca que "el agua se desborde", dando entrada a ese "instante" en el que la vida se concentra y la situación estalla. Es cuando decimos eso de: ¡hasta aquí he llegado, no puedo seguir así!

Podemos encontrar muchos ejemplos: un divorcio repentino o bien, como resultado de unos cuantos años de tedio y desamor; un despido no esperado o bien, ese progresivo proceso de desencanto profesional que lleva a muchas personas a plantearse una re-orientación o reinvención profesional.

Existen numerosos casos y quien más y quien menos, acaba pasando por momentos parecidos. No es raro, encontrarse con alguien que pasó por ese instante en el que decidió que no le gustaba la vida que llevaba o que se encontró, de pronto, con el "momento" para repensar algunos aspectos de su existencia.

Ese punto de inflexión, ese hecho puntual (repentino o no) que nos despierta y nos pone en alerta, haciéndonos más o menos conscientes de que llevamos años viviendo una no-vida o viviendo una vida que hace tiempo elegimos pero que ya no queremos, es en realidad una "llamada", es más, es una "llamada a la aventura". Muchos os preguntaréis: ¿llamada? ¿aventura?


La llamada

Sin entrar en explicaciones muy técnicas sobre por qué a ese instante se le denomina así (Joseph Campbell - "El héroe de las mil caras"), es importante resaltar varias cuestiones:

  • En esos momentos la vida nos da un toque de atención, nos "zarandea" y nos saca de la zona de confort. Se produce una llamada, en el sentido de que ese acontecimiento nos hace salir de nuestra cotidianidad, rutina y hábitos.
  • La reacción inmediata suele conllevar un bloqueo o parálisis debido al desconcierto. En ocasiones, va acompañado de un alto grado de ansiedad o emociones como tristeza profunda que dificulta el desarrollo de la vida normal. Si se llega a esta situación, se recomienda solicitar ayuda de un terapeuta. en otros muchos casos sin embargo, la persona se instala transitoriamente en ese estado de bloqueo y reacciona poniendo en marcha los cambios necesarios para buscar la vida que desea.
  • Un paso más tras el "shock" inicial: ese "frenazo" nos induce a reflexionar (si es realmente una "llamada"). ¿Por qué? Porque buscamos entender lo que está pasando. Aquí tenemos que ser conscientes de algo: el modo de vida que llevamos, caracterizado por un continuo movimiento y actividad, dificulta el encontrar un espacio de tiempo para pensar sobre nosotros mismos, lo que somos, lo que queremos y cómo vivimos. El hecho circunstancial de pararnos, de entrar en esa especie de bloqueo, por un lado, y la incertidumbre que sentimos ante los cambios que intuimos se avecinan, por otro, nos lleva a centrarnos en nuestras sensaciones, emociones, sentimientos, pensamientos, creencias,... en definitiva, nos lleva a reflexionar sobre "la vida que llevo y la que quiero llevar".

La aventura

Y ¿por qué hablamos de aventura? Porque como define la RAE, el futuro se nos presenta como una "empresa de resultado incierto o que presenta riesgos". Ninguno tenemos garantizado que las decisiones de vida que tomemos a partir de ese instante de cambio nos aseguren el éxito (entendido como la consecución de nuestros deseos y objetivos).

Iniciamos una especie de "viaje" y lo que sí es seguro es que encontraremos retos, pruebas, amigos y enemigos, obstáculos y apoyos,...

Debemos entender que habrá momentos difíciles, porque éstos son inherentes a la aventura. Nuestra actitud frente a ellos será determinante. "Cada dificultad es una invitación a la vida", dice Pilar Jericó en su libro Héroes cotidianos. Descubre el valor que llevas dentro. Pues sí, pese a que "escueza" oír que los momentos duros son una oportunidad que nos ofrece la vida, la experiencia demuestra que son muchas las personas que consiguen hacer de esos instantes la ocasión para arrancar, ¿a qué? a buscar lo que de verdad desean. Es decir, convierten ese final (de un matrimonio, de una relación laboral, de una amistad...) en el comienzo de una nueva etapa, afrontando cada prueba como un reto para crecer.

Se trata de una aventura porque en ese nuevo Camino habrá de todo, encuentros gratos y también dificultades. Y, a priori, no podemos saber qué es lo que nos va a deparar ese viaje.


"A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante"

Convertir ese instante en el comienzo de algo nuevo dependerá de lo que decidamos cada uno; ese punto de inflexión se puede o no aprovechar como una verdadera oportunidad.

Por último, confía en el propio Camino. Al tiempo que éste te presenta retos y pruebas, te pone también al alcance las ayudas y los aliados que precisas. Prueba a moverte y comprobarás que pasan cosas: surgen gratos encuentros, se dan interesantes coincidencias, se generan alianzas, se producen curiosas casualidades... De alguna manera, la acción te pone en contacto con otros que también actúan y que, como tú, están trazando caminos que, es probable, encajen en tu viaje.

En realidad, es uno mismo el que bajo esa nueva perspectiva de vida va buscando, encontrando y eligiendo aquellos recursos que le permiten ir modelando la identidad que desea y el tipo de vida que le gusta.

"Desde el punto de vista arquetípico, para desenredar algo hay que descender y seguir un laberinto hasta llegar al mundo subterráneo o al lugar en el que las cuestiones se nos revelan de una manera totalmente distintas. hay que seguir algo que al principio parece un proceso complejo, pero que, en realidad, es una profunda pauta de renovación. En los cuentos de hadas, resolver el acertijo, deshacer un nudo, desatar y desenredar significa empezar a comprender algo que hasta entonces nos era desconocido, comprender sus aplicaciones y usos, convertirse en una especie de mago, en un alma sagaz"

C. Pinkola, Mujeres que corren con los lobos


martes, 17 de noviembre de 2015

Lanzaderas de empleo ¿Qué hace un grupo de desempleados remando juntos en una barca?

Viñeta de Peridis para explicar las Lanzaderas de empleo



El perfil de los desempleados ha cambiado. Cada vez hay más profesionales cualificados, de cualquier edad, que un buen día se quedan sin empleo. Trabajadores con gran experiencia, y conocimientos de enorme utilidad, que se ponen al servicio de la búsqueda de empleo. Esto es lo que pensó José María Pérez González, Peridis, el popular dibujante y arquitecto, cuando esbozó la idea de las “lanzaderas de empleo”.

En un artículo, del cual dejo enlace más abajo, Peridis describe su idea a través de lo que no son las lanzaderas de empleo y de cuatro elocuentes viñetas que muestran cómo la búsqueda de empleo puede hacerse bajo parámetros distintos a los habituales: el trabajo en equipo, la intervención de herramientas de coaching, la visibilidad del grupo o la búsqueda solidaria.

Algunos aspectos que las describen:

“Desempleados que ayudan a otros desempleados a encontrar un trabajo”
“Trabajadores en desempleo que van todos los días a su oficina”
“Desempleados que organizan eventos”

En la web http://www.lanzaderasdeempleo.es/ encontramos la definición de este proyecto: Una lanzadera es un equipo heterogéneo de personas desempleadas con espíritu dinámico, comprometido y solidario que acceden de forma voluntaria a esta iniciativa y que, coordinadas por un coach, refuerzan sus competencias, generan conocimiento colectivo, se hacen visibles y colaboran en la consecución de un fin común: conseguir empleo, ya sea por cuenta propia o ajena.

Con más detalle y según palabras del propio Peridis, estas son algunas de las claves que diferencian a las lanzaderas de otras fórmulas y vías de inserción laboral.

Quienes participan en las lanzaderas:

  • "No son parados, están desempleados;
  • No asisten obligatoriamente, sino voluntariamente a las reuniones, aunque no cobran;
  • No son invisibles, están presentes en las redes sociales y en los medios de comunicación, y organizan eventos para darse a conocer;
  • No están inactivos, están ejercitándose y trabajan en equipo; 
  • No son alumnos, son protagonistas;
  • No están en un aula, sino en una oficina;
  • No hacen un curso, sino prácticas y dinámicas;
  • No acuden de vez en cuando, tienen un horario y un compromiso;
  • No esperan a que les coloquen, hacen intermediación laboral;
  • No están solos, les apoyan y acompañan voluntarios pro bono de las empresas;
  • No se entristecen cuando tardan en encontrar trabajo, se alegran de que lo encuentren sus compañeros, porque ha sido gracias al esfuerzo de todos;
  • No tienen un director, sino un coordinador, coach o entrenador profesional, que es el único que cobra por su trabajo".

Hasta el momento se han puesto en marcha 132 lanzaderas que no solo están consiguiendo la inserción laboral de un alto porcentaje de sus participantes, sino que también están sirviendo como vehículo de autoconocimiento y desarrollo personal. Mediante herramientas de coaching, los desempleados van abordando distintos objetivos en un espacio seguro que le facilita el crecimiento y el cambio a todos los niveles.

Esta semana finaliza el plazo para inscribirse en tres nuevas lanzaderas situadas en el municipio de Madrid. Web http://www.lanzaderasdeempleo.es/

Enlace al artículo



domingo, 25 de octubre de 2015

Pequeño homenaje

Este es un blog que habla sobre el desarrollo profesional, sobre el reto de buscar un trabajo en aquello que más  nos gusta, sobre lo bueno de dedicarnos a lo que nos apasiona.

Habla de vocación y dedicación. Y también, de cómo evolucionan las cosas: de las tendencias de empleo y del cambio en las ocupaciones. De cómo unas emergen mientras que otras desaparecen. 

Pues de vocación y cambio trata este vídeo. Viene a ser un pequeño reconocimiento a una profesión, a un entrañable oficio por cuanto de bueno aporta, que por razones “tecnológicas” presenta un futuro ¿…?  Dejémoslo en “diferente”.




El 24 de octubre se celebra en España el día de las bibliotecas… y por extensión, el de los bibliotecarios, el de los libros, el de la lectura.

Ayer fue 24 de octubre, a lo libros, a las bibliotecas y bibliotecarios, gracias por estar ahí. 

The Fantastic Flying Books of Mr. Morris Lessmore es un cortometraje animado de 2011 dirigido por William Joyce y Brandon Oldenburg. Ganó un premio Óscar en la categoría de mejor cortometraje animado

miércoles, 14 de octubre de 2015

Deja tu destino en manos de la buena suerte, que decidas crear


Tuve buena suerte”, “Tengo mala suerte”, “La suerte, siempre está de su lado, en cambio yo…”, “A mí no me sonríe la buena suerte, nunca”. Con frecuencia escucho afirmaciones como estas en las sesiones de orientación y en las de coaching. Automáticamente le recomiendo a mis clientes el libro de Alex RoviraLa buena suerte”.

Como es una historia corta, la mayoría vuelven a la siguiente semana con el libro en la mano… y una sonrisa en los labios: ¡Ja ja, lo he pillado!, ¡Totalmente de acuerdo! ¡Ya no volveré a decir aquello de “que mala suerte tengo”!

Otros, en cambio, son más escépticos y toman nota pero dejan una pequeñita puerta para que la suerte pueda seguir campando a su antojo: ¡he tomado nota pero sé que me costará cambiar mi actitud respecto a lo de tener o no, buena suerte!, ¡Intentaré decidir sobre mi suerte pero sé que me va a costar porque no estoy acostumbrado a tener suerte!

Los menos, afortunadamente, se mantienen en su creencia de que la suerte es algo que no depende de nosotros, sino que es fruto del azar o del destino: ¡Vale, pero yo sigo pensando que hay ocasiones en que… la mala suerte le persigue a uno, sin que pueda hacer nada por cambiar la situación!”

La cuestión es simple: ¿cuál es el verbo que debe relacionarnos con el concepto de suerte? La mayoría de nosotros hablamos de “tener o no tener buena suerte”, en cambio esta bonita historia nos habla de “crear o no crear“ las circunstancias para que surja la buena suerte. Esa es la cuestión, la buena suerte no nos abandona, más bien la abandonamos nosotros a ella porque no preparamos un terreno propicio para que pueda crecer en él.

Sé, que de entrada, esta visión de la suerte genera cierto gusanillo, recelo y rechazo. La razón es tan sencilla como que nos convierte en absolutos responsables de lo que nos ocurre en la vida, mala suerte incluida.  

Son muchas las personas que me argumentan que ellos no pudieron influir sobre una enfermedad o sobre un despido, por ejemplo. Y, de entrada, es cierto: no podemos evitar que ocurran cosas desagradables. Sin embargo, si podemos decidir sobre “cómo vivenciamos” eso que nos ha ocurrido, esto es: elegimos cómo interpretar una circunstancia adversa y cómo encauzar las consecuencias que ésta deja en nuestra vida.

Podemos (de hecho, lo hacemos siempre) sopesar y decidir qué actitud voy a tomar. De mí depende el reconducir ese hecho y abordarlo como una oportunidad para …, pongamos por caso, acercarnos más a la persona enferma, disfrutar de más tiempo con ella, reorientar la vida tras un despido, cuidarnos más tras el desgaste de un difícil divorcio, etc.

Esa actitud, la de ser dueño de la “interpretación” de cuántas cosas nos suceden es la que sustenta la afirmación que da título a este post, “Deja tu destino en manos de la buena suerte, que TU decidas crear”. Solo puedes confiar en que tendrás buena suerte, si estás ahí para crear situaciones favorables.

Si pienso que soy capaz de favorecer las buenas oportunidades, si re-enfoco los malos resultados aprendiendo de ellos, si aprovecho la parte positiva de las cosas dejando de obsesionarme con lo que me pone triste o me bloquea, si busco otro camino para poder llegar a mi objetivo (después de encontrarme con una calle sin salida), solo si vivo así la vida, seré dueño de la buena suerte.

Alex Rovira propone un Decálogo de la Buena Suerte. Se trata de 10 reglas que nos ayudarán a entender cómo crear la deseada Buena Suerte:

  1. La Buena Suerte la crea uno mismo, por eso dura siempre.
  2. Muchos son los que quieren tener Buena Suerte, pero pocos los que deciden ir a por ella.
  3. Si ahora no tienes Buena Suerte tal vez sea porque las circunstancias son las de siempre. Para que la Buena Suerte llegue, es conveniente crear nuevas circunstancias.
  4. Preparar circunstancias para la Buena Suerte no significa buscar solo el propio beneficio. Crear circunstancias para que otros también ganen atrae a la Buena Suerte.
  5. Si “dejas para mañana” la preparación de las circunstancias, la Buena Suerte quizá nunca llegue. Crear circunstancias requiere dar un primer paso… ¡Dalo hoy!
  6. Aun bajo las circunstancias aparentemente necesarias, a veces la Buena Suerte no llega. Busca en los pequeños detalles circunstancias aparentemente innecesarias…, pero ¡imprescindibles!
  7. A los que solo creen en el azar, crear circunstancias les resulta absurdo. A los que se dedican a crear circunstancias, el azar no les preocupa
  8. Nadie puede vender suerte. La Buena Suerte no se vende. Desconfía de los vendedores de suerte.
  9. Cuando ya hayas creado todas las circunstancias, ten paciencia, no abandones. Para que la Buena Suerte llegue, confía.
  10. Crear Buena Suerte es preparar las circunstancias a la oportunidad. Pero la oportunidad no es cuestión de suerte o azar: ¡siempre está ahí!

Síntesis
Crear Buena Suerte únicamente consiste en…

¡Crear circunstancias!

http://bit.ly/1hDSur7

Encontrarás más entradas relacionadas con tu capacidad para coger las riendas de tu propia vida (generar oportunidades, incrementar la motivación, el poder de la ilusión...), en la pestaña ¡Toma fuerza, a por ello!


martes, 22 de septiembre de 2015

Sentir ilusión por lo que hacemos (segunda parte)


Me interesa, y mucho, lo relacionado con la ilusión, no en el sentido “mágico” (fantasía, imaginación, etc.) sino en el sentido más próximo a motivación. ¿Por qué me interesa? Porque observo que muchas personas –desempleadas o que tienen un empleo en el que se sienten a disgusto - no resuelven su situación porque carecen de la ilusión necesaria para luchar y encontrar el empleo que desean.

“Tener ilusión” o “sentir ilusión por” es condición importante para alcanzar nuestros objetivos. ¿Qué ocurre cuando no está presente en nuestra vida? Que la persona se encuentra como “desenchufada”, sin energía para hacer cosas, sin fuerzas y sin motivación; y que, en consecuencia, es difícil que se ponga en marcha para cambiar dicha situación, entrando en un bucle que la mantiene en una “desilusión constante”.


¿Cómo me comporto cuando siento ilusión por algo?

Sigamos investigando sobre qué es y cómo funciona la ilusión, sobre cuánta ilusión hay en tus proyectos y en tu vida. Para ello, nos vamos a detener ahora en los comportamientos que resultan normales cuando sentimos ilusión por algo. Para la psicóloga Lecina Fernández, la ilusión implica un conjunto y una sucesión de actos:

1. Creer en los sueños.
2. Sentirse capaz de diseñarlos y hacer real lo imaginado.
3. Emprender conductas para perseguirlos.
4. Ser perseverante para conseguirlos.
5. Tener esperanza en lograrlos a pesar de la incertidumbre y de las adversidades.
6. Y además, recorrer el camino con ganas y alegría.


¿Cuánta ilusión hay en tu vida?

Las siguientes cuestiones te ayudarán a aterrizar en las etapas anteriores y a reflexionar sobre cuánta ilusión hay en tu vida.

  • ¿Tienes sueños? ¿Crees en ellos? (o en realidad, no tienes claro qué querrías, no tienes ningún sueño o no crees demasiado en aquellos sueños que tienes);

  • ¿te sientes capaz de diseñarlos y convertirlos en una realidad? (o los ves como un imposible por estar fuera de tu alcance, no sentirte capacitado para realizarlos…?)

  • ¿Qué has hecho en los tres últimos meses por conseguir tus sueños? ¿Cuántas cosas has realizado para acercarte a aquello que te ilusiona?

  • ¿Has insistido en ello? ¿Has vuelto a intentarlo después de que algo no saliera todo lo bien que esperabas? ¿Cuántas veces?

  • Realmente ¿Confías en conseguirlo? ¿De 1 a 10, cuál es tu nivel de confianza, tu esperanza de éxito?

Fíjate que estas cuestiones nos están dando, además, muchas pistas sobre qué puede estar ocurriendo cuando estamos desanimados, desmotivados, o cuando nos sentimos incapaces de mejorar nuestra realidad; en concreto, sobre ese momento o circunstancia en la que desapareció la ilusión.

En tanto no hagamos algo diferente para salir de esa situación, el cambio no se producirá. Como dice L. Fernández, la ilusión no es “soñar con” y conseguir lo que deseamos, la ilusión tiene que ver con ponerse en marcha.

“La ilusión no es únicamente la esperanza de algo que está por venir, la ilusión es un conjunto de conductas que conforman el comportamiento del ser humano, tanto cognitivas, fisiológicas-emocionales y motoras, y su puesta en marcha no depende de las consecuencias.”

En muchos casos, la falta de ilusión nos hace caer en la apatía. Aunque sea algo frecuente, no es lo mejor para conseguir volver a ilusionarnos con algo. Sabemos que cuesta trabajo y que requiere esfuerzo pero hay que “hacer por crear eso que nos ilusiona”, por salir del bucle del que hablaba al comienzo del post. La ilusión podemos crearla, buscando pequeñas cosas que nos gusten, apuntándonos a nuevas actividades, o poniendo en marcha proyectos aunque no confiemos mucho en su éxito.

Hay ocasiones en las que ese primer paso para “crear ilusión” consiste en solicitar el apoyo de un especialista (psicólogo, coach, orientador, …) que nos acompañe en el proceso de búsqueda y creación de un espacio de vida ilusionante. Lo hagamos como lo hagamos, lo realmente importante es el tomar conciencia de que la ilusión no llega o se va por azares del destino, sino que depende de lo que nosotros hagamos por crearla e incorporarla en nuestra vida. 

Entradas relacionadas:


lunes, 14 de septiembre de 2015

Sentir ilusión por lo que hacemos (primera parte)



Llega septiembre y con este mes llega, normalmente, la vuelta al “cole/trabajo” para la mayoría. Cómo se produzca el reencuentro con la cotidianidad, la rutina y las obligaciones, y con unos días más cortos y fríos, tiene mucho que ver con tener o no ilusión por algo en nuestra vida.

Tener ilusión por…, sentir ilusión ante…, ilusionarse con…, son condiciones importantes para iniciar el nuevo “curso” con ánimo y fuerzas, con alegría y entusiasmo, con ganas y esperanza; esto es: para arrancar ilusionado. A veces, sin embargo, no es así, y resulta difícil entender qué es lo que ocurre, que está fallando. Puede ser una cuestión puntual o una sensación constante, en cualquier caso, a ninguno nos gusta sentir apatía o desmotivación cada mañana al levantarnos.

Antes de pasar a analizar el  por qué no nos sentimos suficiente motivados es importante comprender qué entendemos cada uno por “ilusión”.


¿La ilusión es…? 10 apuntes relacionados con “sentir ilusión”.

Parece que tiene que ver con la idea de “fuerza”, con “tener ganas”… Y así es, sin embargo son muchas, las ideas relacionadas con este concepto.

Según un estudio realizado por Lecina Fernández, psicóloga especialista en este tema, la ilusión se relaciona con estas 10 ideas o categorías:

1. Ganas. Esta categoría incluye las respuestas que definen y/o relacionan la ilusión con ganas de vivir, motor de vida, energía, con ganas que motivan, estimulan e impulsan.

2. Proyectos. Incluye respuestas como tener ilusión por tener proyectos, hacer cosas, ir hacia una meta, tener ilusión por equipos o grupos, por conseguir cosas.

3. Alegría. Incluye respuestas con el concepto de alegría, sonreír, felicidad, fusión de felicidad y sorpresa, optimismo.

4. Lo cotidiano, lo que da sentido a la vida. Incluye el concepto de lo cotidiano, el día a día, cada instante y al mismo tiempo ver algo nuevo en ello, lo que da sentido a la vida, lo que permite pasar de lo cotidiano a lo permanente.

5. Fuerza y Perseverancia. Incluye el concepto de fuerza para superar, para luchar, para lograr, para seguir adelante, para conseguir, en la constancia y para perseguir tus sueños.

6. Esperanza. Incluye el concepto de esperanza, creer, esperanza que lo imaginado se hace realidad, tener fe tras mil decepciones y estar convencido.

7. Capacidad y confianza en uno mismo. Incluye el concepto de sentirse capaz ante las adversidades; capaz para solucionar, para hacer realidad lo imaginado, tus sueños; capacidad y confianza en sí mismo, en creer que un sueño es realizable si te lo propones; confianza en lograr las cosas que parecen imposibles.

8. Ilusión por las personas. Hace referencia a personas cercanas y amadas como hijos, pareja, etc.

9. Incertidumbre. Hace referencia a la sorpresa, a la incertidumbre de si conseguirá o no lo propuesto, a ir a por un sueño aunque quizá no se cumpla.

10. Idea negativa. Esta categoría incluye las respuestas que definen y/o relacionan la ilusión con el concepto de falsa esperanza, estar fuera de la realidad, y mentira.


Dedica unos minutos a señalar con cuál de estas categorías te identificas más. ¿Para ti, la ilusión tiene que ver con…? Elige tres de ellas, te ayudará a entender qué te ocurre cuando te falta ilusión por algo y cómo solucionarlo.

Artículos relacionados:

miércoles, 26 de agosto de 2015

Elegir entre “pararse a pensar” o “echar a andar”

http://bit.ly/1DMiPOe
Son muchas las personas que se sienten insatisfechas con lo que hacen, con su modo de vida, con su relación de pareja, etc. De entre todas ellas, son también muchas las que se sienten desorientadas y sin saber qué hacer para resolver esta situación, esto es, como si estuvieran en un callejón sin salida porque no ven por dónde tirar.

Con relación a este tipo de circunstancias, es frecuente leer artículos o post en los que se insiste sobre la importancia de tomarse un tiempo para determinar lo que se desea y a partir de aquí, trazar un plan para conseguirlo. Ya después, actuar. Estoy de acuerdo con ello, pero solo en parte.

Mi experiencia, personal y como coach, me dice que en ocasiones este proceso de reflexión conduce a incrementar la angustia aún más, paralizando o bloqueando a la persona. Las sensaciones pueden ser parecidas a: ¡no sé lo que quiero, me cuesta reconocer qué deseo exactamente y, por mucho que me siente a pensar, sigo sin aclararme! ¡Esto, me agobia!

Frente a la recomendación de “decide primero qué quieres; para luego actuar”, la vida nos muestra como en numerosas circunstancias son los actos concretos (las vivencias, los hechos,…) los que nos devuelven información de gran valor y utilidad para dilucidar qué es lo que realmente queremos. Es decir, es el actuar y no el “pensar” el que me ayuda a identificar mis preferencias, gustos o deseos.

En situaciones de bloqueo, el echar a andar, aún sin tener claro el camino a tomar, es el paso previo a la identificación del objetivo. Esas vivencias nos ayudan a experimentar y a probar si nos gusta o no, lo nuevo en lo que nos metemos. En definitiva, aprovechar las oportunidades de hacer cosas distintas, aunque no tengamos claro si es lo que queremos o no.

Lógicamente, hay que tomar las precauciones básicas necesarias para no cargar con consecuencias no deseadas, siendo prudentes con los “experimentos”. Eso sí, ser cautos no es incompatible con atreverse a probar.

Esa experiencia nos aporta el conocimiento de distintas realidades y nos ayuda a clarificar lo que deseamos. Por ello, lo ideal es encontrar el justo equilibrio entre reflexionar y actuar, entre pararse a pensar y arrancar a hacer. Cada circunstancia y periodo requerirá más de lo uno o de lo otro y, dependiendo de “nuestro momento vital”, será preferible darle prioridad a la reflexión o a la actuación.

http://bit.ly/1IYuXHT




domingo, 19 de julio de 2015

Buscar el cambio, aprovechar la oportunidad





Hace ya muchos veranos que me ocurrió lo siguiente. Volvía como todos los años al lugar en el que había veraneado desde pequeña y en el que conocía a mucha gente. El grupo de amigos/conocidos nos reencontrábamos después de doce meses y ese primer saludo estival siempre empezaba por un "¿Qué tal? ¿Cómo estás? ¿Cómo ha ido el invierno?" Las respuestas eran variadas, según quién y el momento vital, pero la mayoría respondía con algo que contar y compartir. 

Aquel verano la primera sorprendida fui yo. Mi respuesta era sencilla y llanamente vacía: "Bien, todo bien sin ninguna novedad, como siempre" Nada de interés, ni nada reseñable, nada había ocurrido aquel año, nada había cambiado. Incluso a mi misma me llamaba la atención mi respuesta y, por supuesto, esa realidad que yo no había percibido hasta ese instante.

No pasa nada, realmente no pasa nada porque nada cambie y todo siga igual, salvo que -como era mi caso en aquel momento- en tu vida haya bastantes cosas que no te gustan. Este es el tema: tener un montón de sueños, de ilusiones, de deseos y estar parada sin hacer nada por conseguirlos mientras ves como los años van pasando. Detrás de esta actitud..... está el miedo a equivocarnos, el temor a enfrentarnos a lo desconocido; en algunas ocasiones, el dar un paso en una dirección distinta a la esperada.

Aquel verano tome una decisión que no he olvidado hasta el día de hoy. Decidí vivir, luchar por lo que quería, aprovechar las oportunidades y tratar de que cada año algo "entrara" en mi vida, algún aprendizaje se quedara conmigo. Decidí tener algo que contar, no al mundo, sino a mi misma. Y así ha sido.

A veces, ese algo que ha cambiado es imperceptible para los demás. Pero yo sí lo veo y sé que ese paso más, en busca de mis ilusiones, está ahí, aunque solo lo perciba yo. Es más, ahora respondo en muchas ocasiones: "bien, todo bien, sin novedad" por el simple hecho de no entrar en detalles, pero yo se que en el fondo voy alcanzando mis pequeñas metas; y eso, me reconforta.

Y con esta actitud, no pasará nada el día que nada cambie porque las cosas estén bien como están. Es más, será un buen día si es que llega. Y si no llega... a seguir caminado.

He recordado esta experiencia al ver este vídeo. Espero que te guste y que decidas, tu también, salir de la zona de confort y aprovechar a vivir las oportunidades, a luchar por tus pasiones y a contártelo cada noche antes de acostarte.