Muchas personas están deseando dar un giro importante en su vida laboral. La falta de motivación, los malos horarios, el estrés… están detrás de este deseo. Tienen en mente abandonar su actual empleo para buscar otro, en un sector o tipo de actividad distinta. En ocasiones, la persona sabe hacia dónde dirigir sus pasos pero, en otras, no tiene claras las ideas sobre a qué podría dedicarse en el futuro.
Es en este último caso, cuando se suele confiar en la “hada Serendipia”
para que nos ilumine el camino y nos muestre ese trabajo que nos hará más
felices. Esperamos que aparezca una señal que nos de pistas para iniciar el
cambio. Pero el tiempo pasa y no surge esa “chispa”. La serendipia no llega.
¿Qué es la serendipia?
Serendipia es sinónimo de
casualidad, coincidencia o descubrimiento. Suele referirse a “un
hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra
cosa distinta”. (Wikipedia). El término deriva del inglés serendipity, neologismo
acuñado a partir de un cuento tradicional persa «Los tres príncipes de Serendip» en el que los protagonistas, unos
príncipes de la isla Serendip, solucionaban sus problemas a través de
increíbles casualidades.
Hablamos de serendipia cuando descubrimos algo por
casualidad. Por ejemplo, cuando Colón descubrió América. En el terreno laboral,
serendipia es ese proyecto, oportunidad, contacto… que, de repente, te descubre
ese algo a lo que te gustaría dedicarte. Casos, hay muchos, es cierto. Seguro
que casi todos conocemos a alguien que un día sorprendió a todos, abandonando
su trabajo y dando un giro radical a su vida profesional. Y le va bien, entre
otras cosas, porque está enamorado de lo que hace.
El problema surge cuando la serendipia no llega, cuando
quiero “reinventarme” y no sé a qué dedicarme, cuál es mi vocación.
Encontrar la vocación perdida
No existe una única identidad profesional. Cuando uno es
joven elige prepararse para esto o aquello, desde su escasa experiencia de
vida, desde el desconocimiento del mercado laboral, desde la proyección de vida
propia de la juventud. Con suerte uno acierta pero no es raro que con los años
y a medida que las circunstancias vitales cambian, tanto los intereses como las
pasiones y los objetivos, dejan de ser los que eran. Entonces puede ocurrir que
aquello que nos satisfizo a los veinte, ya no nos guste a los cuarenta. Y
dejamos de identificarnos con la profesión que nos dio de comer durante unos
cuantos años.
¿No era nuestra verdadera vocación? ¿Nos equivocamos al
elegir? Puede, pero es probable que no sea así. Puede ocurrir que el
desencuentro se deba simplemente a que nuestros gustos han cambiado y que esa
identidad profesional ya no sirve para satisfacerlos. En cualquiera de las dos situaciones,
la tarea es la misma: generar una nueva identidad profesional, más que buscar “la” vocación perdida.
La iluminación de la serendipia
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Decidir a qué dedicarse, aquí es donde puede surgir la
dificultad. Son afortunados aquellos que tienen clara cuál es la reorientación
que quieren dar a su vida. Y más, si pueden transferir buena parte de sus
conocimientos y experiencias al nuevo empleo (nota: se suele aprovechar
bastante más de lo que uno sospecha al inicio). En muchos casos, es el tiempo
el que va clarificando poco a poco esa identidad profesional. Los hobbies y
actividades de tiempo libre dan muchas pistas.
Para otros, es la serendipia la que marca un antes y un
después, iluminando como un “hada” esa señal que nos orienta. Sin embargo, lo
normal es que ese momento “ajá” no llegue de ese modo y, mucho menos, al inicio
del proceso.
Herminia Ibarra (profesora de Comportamiento Organizativo en
la escuela de negocios INSEAD) defiende que “La transición profesional no es un
camino directo hacia una identidad predeterminada, sino un viaje tortuoso a lo
largo del cual probamos un conjunto diverso de "personalidades
posibles" en las que podemos convertirnos”. Ibarra nos da varios prácticos
consejos para encontrar esa identidad:
- Deja de intentar encontrar una única y verdadera personalidad. Centra tu atención en las muchas personalidades posibles que quieres poner a prueba.
- Identifica proyectos que puedan ayudarte a comprender mejor una nueva línea de trabajo o estilo de trabajar.
- No esperes que el momento de la revelación de la verdad sea como un cataclismo. Utiliza los sucesos diarios para encontrar significado a los cambios por los que estás pasando. Con el tiempo irá perfilándose.
Es decir, lánzate a ir probando tus múltiples opciones profesionales. En la medida en la que puedas, vete acercándote a esas
identidades y valorando cómo te sientes en ellas. Ten paciencia y abre bien los
ojos para percibir aquellos momentos, personas o circunstancias que te pueden
ayudar en la identificación de una nueva vocación. Y reconoce los pequeños cambios
que vas experimentando durante el proceso. Ellos te irán marcando el camino y
te darán señales de por dónde seguir.
Tómate tu tiempo, no siempre tenemos la serendipia de
encontrar esa nueva identidad al segundo día de búsqueda. El ¡“ajá”, este es mi
sitio!, llegará tras invertir talento, entusiasmo y determinación en ese viaje
de aventura.
Así pues, lo mejor que puedes hacer si quieres “reorientar”
tu carrera y no sabes por dónde empezar, es ponerte a ello, que poco a poco
irás descubriendo cuál es tu camino.
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La verdad es que cada día más personas se encuentran con el deseo o la inquietud de cambiar de trabajo. Muy buen post sobre la motivación y los procesos necesarios para llegar a cumplir esta meta. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarGracias Laura, me alegro de que te haya sido interesante y espero que te sea útil si, en algún momento, está en esa situación.
ResponderEliminarUn saludo,