“Tuve buena suerte”, “Tengo
mala suerte”, “La suerte, siempre
está de su lado, en cambio yo…”, “A mí no me sonríe la buena suerte, nunca”.
Con frecuencia escucho afirmaciones como estas en las sesiones de orientación y
en las de coaching. Automáticamente le recomiendo a mis clientes el libro de Alex Rovira “La buena suerte”.
Como es una historia corta, la
mayoría vuelven a la siguiente semana con el libro en la mano… y una sonrisa en
los labios: ¡Ja ja, lo he pillado!, ¡Totalmente de acuerdo! ¡Ya no volveré a
decir aquello de “que mala suerte tengo”!
Otros, en cambio, son más
escépticos y toman nota pero dejan una pequeñita puerta para que la suerte
pueda seguir campando a su antojo: ¡he
tomado nota pero sé que me costará cambiar mi actitud respecto a lo de tener o
no, buena suerte!, ¡Intentaré decidir sobre mi suerte pero sé que me va a
costar porque no estoy acostumbrado a tener suerte!
Los menos, afortunadamente, se
mantienen en su creencia de que la suerte es algo que no depende de nosotros,
sino que es fruto del azar o del destino: ¡Vale,
pero yo sigo pensando que hay ocasiones en que… la mala suerte le persigue a
uno, sin que pueda hacer nada por cambiar la situación!”
La cuestión es simple: ¿cuál es
el verbo que debe relacionarnos con
el concepto de suerte? La mayoría de nosotros hablamos de “tener o no tener buena suerte”,
en cambio esta bonita historia nos habla de “crear o no crear“ las
circunstancias para que surja la buena suerte. Esa es la cuestión, la buena suerte no nos abandona, más bien
la abandonamos nosotros a ella porque no preparamos un terreno propicio
para que pueda crecer en él.
Sé, que de entrada, esta visión
de la suerte genera cierto gusanillo, recelo y rechazo. La razón es tan
sencilla como que nos convierte en absolutos responsables de lo que nos ocurre
en la vida, mala suerte incluida.
Son muchas las personas que me
argumentan que ellos no pudieron influir sobre una enfermedad o sobre un
despido, por ejemplo. Y, de entrada, es cierto: no podemos evitar que ocurran
cosas desagradables. Sin embargo, si podemos decidir sobre “cómo vivenciamos”
eso que nos ha ocurrido, esto es: elegimos
cómo interpretar una circunstancia adversa y cómo encauzar las consecuencias que ésta deja en nuestra vida.
Podemos (de hecho, lo hacemos
siempre) sopesar y decidir qué actitud voy a tomar. De mí depende el reconducir ese hecho y abordarlo como una
oportunidad para …, pongamos por caso, acercarnos más a la persona enferma,
disfrutar de más tiempo con ella, reorientar la vida tras un despido, cuidarnos
más tras el desgaste de un difícil divorcio, etc.
Esa actitud, la de ser dueño de
la “interpretación” de cuántas cosas nos suceden es la que sustenta la
afirmación que da título a este post, “Deja tu destino en manos de la buena suerte,
que TU decidas crear”. Solo puedes confiar en que tendrás buena suerte, si
estás ahí para crear situaciones favorables.
Si pienso que soy capaz de favorecer
las buenas oportunidades, si re-enfoco los malos resultados aprendiendo de
ellos, si aprovecho la parte positiva de las cosas dejando de obsesionarme con
lo que me pone triste o me bloquea, si busco otro camino para poder llegar a mi
objetivo (después de encontrarme con una calle sin salida), solo si vivo así la
vida, seré dueño de la buena suerte.
Alex Rovira propone un Decálogo
de la Buena Suerte. Se trata de 10 reglas que nos ayudarán a entender
cómo crear la deseada Buena Suerte:
- La Buena Suerte la crea uno mismo, por eso dura siempre.
- Muchos son los que quieren tener Buena Suerte, pero pocos los que deciden ir a por ella.
- Si ahora no tienes Buena Suerte tal vez sea porque las circunstancias son las de siempre. Para que la Buena Suerte llegue, es conveniente crear nuevas circunstancias.
- Preparar circunstancias para la Buena Suerte no significa buscar solo el propio beneficio. Crear circunstancias para que otros también ganen atrae a la Buena Suerte.
- Si “dejas para mañana” la preparación de las circunstancias, la Buena Suerte quizá nunca llegue. Crear circunstancias requiere dar un primer paso… ¡Dalo hoy!
- Aun bajo las circunstancias aparentemente necesarias, a veces la Buena Suerte no llega. Busca en los pequeños detalles circunstancias aparentemente innecesarias…, pero ¡imprescindibles!
- A los que solo creen en el azar, crear circunstancias les resulta absurdo. A los que se dedican a crear circunstancias, el azar no les preocupa
- Nadie puede vender suerte. La Buena Suerte no se vende. Desconfía de los vendedores de suerte.
- Cuando ya hayas creado todas las circunstancias, ten paciencia, no abandones. Para que la Buena Suerte llegue, confía.
- Crear Buena Suerte es preparar las circunstancias a la oportunidad. Pero la oportunidad no es cuestión de suerte o azar: ¡siempre está ahí!
Síntesis
Crear Buena Suerte únicamente consiste en…
¡Crear circunstancias!
http://bit.ly/1hDSur7
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