Tener una adecuada cualificación garantiza el estar mejor posicionado en el mercado laboral. A mejor preparación, mejores perspectivas de empleo. Y más, en tiempos de crisis. Sin embargo, elegir la formación adecuada a mis necesidades profesionales no es sencillo. En este post voy a centrarme en cómo construir el propio proceso de aprendizaje,…el propio…, no el que determinan otros. Hay que distinguir entre la formación que me facilita mi empresa - para garantizar su competitividad - y la que debo procurarme yo mismo - para asegurar mi empleabilidad-. Ambas son esenciales: mediante la primera contribuyo a la continuidad de mi actual empleo, mediante la segunda, dirijo y gestiono mi vida laboral.
Sobre la primera se ha escrito mucho y todos somos
conscientes de la importancia de la formación en la empresa. Vivimos en una
sociedad marcada por los cambios. Esto conlleva una creciente necesidad de
actualizar los conocimientos, tanto para mantener el empleo si estamos ocupados
como para buscar un trabajo, si estamos desempleados.
Pero las relaciones laborales están transformándose como
consecuencia de cambios sociales, económicos y tecnológicos; y ello está dando
paso a nuevos requerimientos y necesidades formativas. Daniel H. Pink en su libro Una
Nueva Mente destaca seis aptitudes esenciales de las que dependerá
el éxito profesional: diseño, narración, sinfonía, empatía, juego y sentido. Sin
entrar en el análisis de estas aptitudes (objeto de otro post) sí remarco la importancia
de mantener y potenciar determinadas capacidades que facilitan nuestra adaptación
a este nuevo entorno laboral. Y es aquí donde cobra especial interés la
construcción del propio proceso de aprendizaje.
¿Para qué? para garantizar la competitividad laboral, la empleabilidad, la profesionalidad, el posicionamiento o la marca personal. Andrés Pérez Ortega, experto en estrategias de posicionamiento personal dice que desarrollar una Marca Personal consiste en identificar y comunicar las características que nos hacen sobresalir, ser relevantes, diferentes y visibles en un entorno homogéneo, competitivo y cambiante.
¿Para qué? para garantizar la competitividad laboral, la empleabilidad, la profesionalidad, el posicionamiento o la marca personal. Andrés Pérez Ortega, experto en estrategias de posicionamiento personal dice que desarrollar una Marca Personal consiste en identificar y comunicar las características que nos hacen sobresalir, ser relevantes, diferentes y visibles en un entorno homogéneo, competitivo y cambiante.
Este objetivo de progreso profesional -más o menos
ambicioso según los deseos individuales- es responsabilidad de cada uno de
nosotros pues el principal beneficiario es uno mismo. Tener garantizada esa
competitividad nos da poder de decisión en cuanto al desarrollo de la propia
carrera laboral. Nos otorga poder para elegir entre distintas opciones de
trabajo, pero lo que es más importante nos da la posibilidad de ser nosotros
mismos quienes definamos el camino que queremos seguir en nuestra profesión.
La empresa se ocupa de garantizar su supervivencia como
empresa, pero yo debo ocuparme de garantizar la mía como profesional. Mi
proceso de aprendizaje permanente no solo se nutre con las necesidades que
deriven de mi actual puesto de trabajo, sino que debo contemplar también las
que exige mi carrera profesional. Lo ideal, que una y otra coincidan. Y ese
debe ser nuestro objetivo. Esto es una realidad para muchos. Sin embargo, son
también muchos quienes, por el contrario, no consiguen desplegar su
potencialidad en su trabajo y buscan caminos distintos que les permitan
disfrutar de verdad con lo que les gusta hacer.
¿Cómo puedo hacer para gestionar ese proceso de
aprendizaje? ¿Qué cuestiones debo contemplar para valorar mi necesidad de
formación?
De entrada, resaltar que es imprescindible el poseer una
preparación profesional de base, adquirida a través de la formación o mediante
la experiencia laboral. Sin un “oficio” es difícil acceder al empleo. A
continuación, y esta es una pieza clave para determinar en qué necesito formarme,
debo tener muy claro qué quiero hacer con mi carrera profesional, cuál es mi visión.
En este sentido, puedo elegir entre distintos caminos:
§ Una primera opción sería la de ser quien más sabe sobre algo o quien mejor
hace algo. Destacar por el alto nivel de competencia. Hacerse un experto en
algo. Para ello hay que dedicar tiempo y esfuerzo a prepararse y practicar. En
este caso, la especialización es la clave. Así pues serán las escuelas profesionales,
asociaciones, etc. pertenecientes al mismo sector productivo las que me puedan
facilitar la formación que preciso.
§ Otra opción es la de generar sinergias profesionales, sumando
conocimientos de distintos ámbitos ocupacionales. Es el caso de profesionales
de un sector que además son competentes en otro: el periodista especializado en
economía, por ej. La opción formativa consiste en buscar el complemento
adecuado a nuestra formación de base. Y prepararse.
§ Aportar valor diferencial a lo
que hago. Se trata de diferenciarse por
algo. Puede hacerse siguiendo la opción anterior, pero también potenciando
alguna habilidad en la que destaquemos (capacidad negociadora, idiomas, habilidad
para hablar en público, ...) y que nos diferencia del resto de los
profesionales del sector. En esta situación, la mejora viene de la mano del
perfeccionamiento de dichos puntos fuertes.
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