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Luis Galindo, en su libro “Reilusionarse. Apasiónate por la vida”, hace alusión a la interesante diferencia entre estos dos términos, placer y gratificación, que utilizamos a menudo con relación a los momentos felices. ¿En qué se distingue la felicidad que procuran los placeres de la que sentimos con las gratificaciones?
“Los placeres tiene un alto componente sensorial y emocional”. Están
asociados al hecho de satisfacer una necesidad biológica. Los placeres son
perecederos y transitorios, es decir, tiene una duración determinada. Una buena
comida, un paseo por la playa, una copa de vino, etc. son placeres, acciones
que nos procuran momentos de felicidad.
Lo normal es que
procuremos buscar estos instantes y que siempre nos parezcan cortos. Nos
habituamos pronto a ellos y queremos más.
“Las gratificaciones, por el contrario, duran más que los placeres,
implican más pensamientos e interpretación, no se convierten fácilmente en un
hábito y nuestras fortalezas y virtudes las refuerzan”. Según esta
interpretación ¿Qué puede ser una gratificación? Es algo que conlleva cierto
esfuerzo como, por ejemplo, salir a correr o a bailar, pasar un buen rato
leyendo un libro que nos guste, dedicar un tiempo a nuestro hobby preferido, superar
una marca personal o cualquier tipo de reto que nos sea grato.
La gratificación está muy
relacionada con el concepto de fluir que desarrolló el psicólogo M. Csikszentmihalyi, en su libro Fluir
(Flow). Una psicología de la felicidad. Fluimos cuando estamos haciendo algo con
tanta dedicación y disfrute que el tiempo se nos pasa sin que nos demos cuenta.
“Fluimos cuando nuestras actividades
requieren de la práctica de las propias habilidades, en un justo equilibrio
entre lo fácil y lo difícil”.
M. Csikszentmihalyi
matiza esta cuestión, centrándose en la distinción entre el sentir PLACER y el sentir DISFRUTE. Si lo piensas, es muy normal que hagamos uso indistinto
de estos términos, como si fueran sinónimos. Y no lo son.
¿Es importante conocer la
diferencia? Sí, si queremos “crear” y vivir más momentos de felicidad. Entender
los matices que nos aconsejan buscar el disfrute,
además de los momentos de mero placer,
ayuda a decidir a qué dedico mi tiempo.
“El placer
es un componente importante de la calidad de vida, pero por sí mismo no trae
felicidad. El sueño, el descanso, el alimento y el sexo nos ofrecen
reconstituyentes experiencias homeostáticas que ordenan de nuevo la conciencia
después de que la intrusión de las necesidades del cuerpo haya provocado
entropía psíquica. Pero no producen crecimiento psicológico. No agregan
complejidad a la
personalidad. El placer nos ayuda a mantener el orden, pero,
por sí mismo, no puede crear un nuevo orden en la conciencia.
(…) El disfrute
está caracterizado por este movimiento hacia delante: por un sentimiento de
novedad, de realización. Jugar un partido de tenis en que se ponga a prueba la
propia capacidad es agradable, como leer un libro que nos revela las cosas bajo
una nueva luz, como tener una conversación que nos conduce a expresar unas
ideas que no sabíamos que tuviésemos. Es agradable cerrar un acuerdo comercial
tras una difícil negociación, o contemplar el trabajo bien hecho. Ninguna de
estas experiencias puede haber resultado particularmente placentera mientras la
estábamos realizando, pero después, cuando pensamos sobre ella, decimos:
‘realmente era divertido’ y deseamos que nos suceda otra vez. Después de un
suceso agradable sabemos que hemos cambiado, que nuestra personalidad ha
crecido: en algunos aspectos hemos llegado a ser más complejos como resultado
de ello.”
Échale un repaso a tus
vacaciones, ¿placer y disfrute? ¿placer? ¿o disfrute? Enumera las
actividades de un tipo y otro….. Te resultará revelador y,…..espero que también
te permita disfrutar un rato.
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