![]() |
http://bit.ly/1P5RXsk |
En muchas ocasiones se repite la misma historia: resulta difícil dar con “ese ´maravilloso´ proyecto, que va a acaparar toda nuestra atención, al
que vamos a dedicarnos con pasión y gusto, y que nos va inundar de felicidad,
al fluir con aquello que tanto nos llena y realiza. ¡Ah! Y además, nos va a
hacer ricos”.
Suena un poco irónico ¿verdad?
Pues sí, lo es. Ese sueño es, las más de las veces, eso: solo un sueño, porque
la realidad se muestra mucho más dura.
Con frecuencia cuando llevamos
tiempo deseando un cambio de trabajo o de actividad, cuando buscamos una
reorientación o reinvención, la solución no se presenta fácilmente. De hecho, no
somos capaces de responder a la sencilla pregunta de ¿qué es lo que me gustaría
hacer? Pensamos y pensamos, y todo parece tener ese “algo” que hace que la idea
no sea la adecuada. Esta incertidumbre se convierte, además, en una barrera que
nos aleja cada vez más del objetivo de encontrar ese hobby, trabajo, ocupación…
La angustia por no tener nada claro se
va traduciendo en bloqueo; y, en esta situación, no somos capaces de promover
cambio alguno.
Nuestra atención está centrada en
encontrar “la solución definitiva” pues sabemos que esos cambios no son
sencillos. Y ese enfoque casi obsesivo en dar con nuestra nueva “vocación” nos
impide ver con claridad, tomar distancia para observar nuestras circunstancias
con mayor amplitud y abordar el problema desde diversas perspectivas.
En resumen, entramos en el bucle
de pensar y repensar sobre una, dos, tres, cuatro opciones o más, para no
llegar a ninguna satisfactoria o válida. Y seguir pensando,…
¿Te suena? ¿Te has encontrado
alguna vez en esta situación? ¿Y mientras tanto…?
Mientras, estamos parados, sin
hacer nada más que analizar desde un plano teórico cada una de las posibles
“calles sin salida”. Sí, solo intervenimos desde un punto de vista teórico
porque no avanzamos nada o prácticamente nada en el desarrollo práctico de la
idea. Y este esfuerzo inútil nos arrastra aún más hacia el bucle.
¿Qué hacer para salir de ese
ciclo? Lanzarse a probar, arrancar con alguno de los proyectos, ponerse a ello,
en una palabra: experimentar esa idea, aún a pesar de no convencernos del todo.
Y experimentarla hasta el punto
en el que se haga necesario tomar decisiones de cierto calado (sobre todo, si
precisan de inversión, comprometen en el proyecto a otros o requieren de
recursos especiales, por ejemplo). Y es que antes de llegar a esa fase de
implantación, la mayoría de las ideas que nos pasan por la cabeza pueden empezar
a traducirse en pequeños pasos. Unos primeros contactos con esa tarea,
profesión, ocupación, deporte o hobby que nos van a ayudar a ver con mucha más
claridad si eso es lo que queremos y si eso es lo que necesitamos.
Para lanzarnos a ellos hay que “darse
permiso”, en primer lugar, es decir, autorizarse a uno mismo para poder
“perder” algo de nuestro tiempo en “probar” aunque no tengamos garantías de
éxito. Se trata de eliminar la creencia de que “tenemos que dedicar nuestros
esfuerzos/tiempo solo a aquello que estemos seguros de que tendrán salida o nos
gustarán”. No pasa nada por tener que echar marcha atrás o interrumpir ese
proyecto si vemos que no va con nosotros o con nuestro objetivo. Démonos
permiso a abandonar una idea para comenzar con otra.
En segundo lugar, se precisa una buena
combinación de esfuerzo, valentía y perseverancia. Comenzar con algo
(buscar contactos, desarrollar una idea, profundizar en un tema, comenzar a
formarse en una nueva ocupación, …) no es fácil y, en ocasiones, tampoco barato.
Introducirse en un contexto social, laboral, formativo en el que no
participamos habitualmente, requiere de cierta valentía. Volver a intentar algo
de nuevo invita a renunciar a ello o a abandonar. Sí, todo esto es cierto, pero
no queda otra, hay que lanzarse. Lo bueno es que, cada vez que se da un paso,
el siguiente cuesta mucho menos.
En tercer lugar, tomarse cierto
tiempo para ir valorando nuestros progresos, nuestra situación frente a los
avances del proyecto y para evaluar la necesidad y disponibilidad de recursos.
Aquí es donde puede llegar un momento (de hecho, es lo normal) en que la
involucración, compromiso y envergadura del proyecto requieran de decisiones de
mayor trascendencia para poder seguir adelante. Es también en estas fases de
valoración cuando se puede llegar a la “sana conclusión” de que aquello no es
para nosotros. Y no pasa nada. Bueno sí, sí que pasa: que la experiencia nos ha
dejado aprendizajes importantes que se quedan como estrellas iluminando la
búsqueda.
Y aquí es donde quiero llegar en
alusión al título de este post. Nadie ha hablado de un proceso rápido y
sencillo, y sin embargo, el tiempo viene a jugar a nuestro favor pues cada
“prueba” va iluminando más la toma de decisiones. Así, un día descubres que
varios de los mini-proyectos que en su día arrancaste y abandonaste (por razones
diversas) empiezan ahora a darse la mano, configurando una pequeña constelación
con sentido propio. Y que aquello que, en su momento, pareció una aventura más
sin mayores réditos, te sirve ahora para lanzar tu nueva idea e incluso, para
retomarla de nuevo desde otra perspectiva.
En definitiva, que los pequeños
experimentos que parecen ya olvidados se han quedado acomodados esperando su
momento para conectar, a modo de redes neuronales, y crear la red de apoyo
experiencial para otra idea, aventura, vocación, dedicación, o nuevo proyecto.
Cuando esto empieza a ocurrir,
toma sentido el tiempo dedicado a experimentar con nuestros sueños, tratando de
hacer de ellos una realidad. Nunca es tiempo perdido. Cada intento de poner en
marcha…, de buscar salida por…, de reorientarte hacia…, ha dejado pequeñas
decisiones que están ayudando a delimitar el camino de búsqueda.
Y no me meto con la fuerza
creativa que generan esas aventuras porque daría para otro post, pero sin duda,
de una idea sale, al menos, otra nueva idea.
Así que te aconsejo que venzas
ese miedo inicial, esa inercia, ese no saber qué hacer, para lanzarte a
experimentar, a poner en práctica y a probar. Y si ya estás en ello, te animo a
seguir intentándolo. Con todo ello estarás dando forma a tu propia constelación
de oportunidades.