A veces, nos echamos en cara la falta de “planificación” con la que llevamos nuestra vida pues no tenemos tiempo para parar, pensar y decidir lo que más nos conviene; sin embargo en materia profesional, es frecuente caer en el exceso de planificación y en la falta de “acción”. ¿Cuántas veces nos hemos reconocido diciendo que queremos cambiar de trabajo, quejándonos de cómo vivimos, del empleo que tenemos, planteándonos lo que vamos a hacer para cambiar y, después de tanta queja, seguimos sin acometer nada realmente efectivo por resolver la situación?
En muchas ocasiones,
incluso, nos engañamos a nosotros mismos. Hacemos que hacemos algo. Nos ponemos
a organizar nuestro cambio, pero nos perdemos en el proceso de planificación.
Planes de
perfeccionamiento de un idioma, proyectos para aprender algo determinado, para
reorientar la profesión, para buscar un empleo mejor, etc. se pierden a menudo.
Muchas veces, cada enero y cada septiembre (dos meses muy propios para
planificaciones) nos proponemos arrancar con algún propósito que se acaba
quedando a medias.
Los miedos son los principales causantes de esa inacción (el miedo al
cambio, al fracaso, la inseguridad ante nuevos retos,…). Bloquean y paralizan.
Antes de afrontar la situación preferimos seguir organizando el cómo hacerlo.
¿Conocéis a alguna
persona que lleva años preparándose para llevar a cabo un cambio profesional,
pero que de momento lo único que hace es formarse y formarse a base de multitud
de cursos? Nunca está lista para empezar. Continuamente, siente que necesita
mejorar alguna competencia y que no está preparado para lanzarse al cambio.
¿Qué hago para desactivar
esos miedos? Actuar. Actuar mientras
planifico. Enfrentarse a los temores actuando, haciendo, comenzando, dando
el primer paso; pasos pequeños, cuya importancia no se debe tanto a la relevancia
cara al objetivo, como al hecho de que son los primeros pasos que doy en pos de
mi sueño.
No se trata de tomar las
cosas al asalto o de hacer de manera desordenada o sin medir riesgos. No se
trata de lanzarse a una piscina sin saber si tiene agua. Se trata de entrar en la conciencia del cambio mediante
pequeños pasos que nos ponen en el camino y que, sobretodo, nos hacen
sentir que estoy, ¡por fin!, haciendo algo por modificar las cosas o
circunstancias que no me gustan.
Actuar mientras se planifica es esencial.
Por supuesto, que la planificación es necesaria pero debe concebirse como un proceso continuo que acompaña al cambio en
todo su trayecto. Comienzo planificando, y sigo planificando mientras actúo.
Más bien diría que sigo re-planificando.
Es importante comenzar a
actuar desde un inicio: pequeños actos que vayan en la línea de nuestros
objetivos y metas. Sentir que se está ya resolviendo y que el esfuerzo no es
teórico sino práctico.
En caso de no hacerlo
así, no nos extrañe el que después de haber planificado arduamente y con
detalle un objetivo, cuando finalmente ponemos en marcha el cambio, éste no se
corresponda con lo que habíamos deseado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario